14/12/2015

Venezuela: frente al voto rebelión

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Un sistema incapaz de contener la burocracia y la corrupción estalla desde dentro cuando se cumplen 17 años de la victoria de Hugo Chávez. Por Roland Denis, miembro del proyecto Nuestra América – Mov. 13 de Abril y ex viceministro venezolano de Planificación entre 2002-2003 para Periódico Diagonal.


Hemos pasado por unos de los grandes ejemplos que nos ha dado el pueblo como tal. Muchos años han pasado mientras las vanguardias y pequeñas direcciones que se mueven dentro los laberintos de la vida cotidiana, en su casi totalidad se convirtieron en lugar de extensión de las lógicas burocráticas del Estado. Poco a poco, distanciándose de las luchas reales que por una razón u otra ha de acometer el pueblo desde su contexto de vida, dejó de existir esa imbricación tan bella que existió hace diez o veinte años entre organización politizada de base y contextos comunitarios y clasistas.

Años han pasado, y ninguna advertencia fue escuchada. Conclusión: esa masa contentiva de la clase trabajadora dejó de sentirse representada o expresada a través de los núcleos de organización en su inmensa mayoría chavistas. De alguna forma u otra estos se convirtieron en los canales de una opresión clarísima, que millones de seres de esta tierra la hemos percibido a través de la corrupción y el sostenimiento de la misma a través de los grupos que por mucho tiempo han monopolizado la condición de poder popular.

Once años después, me refiero al momento en que todo el impulso revolucionario de base fue paulatinamente absorbido por un jerga gobernante totalmente corrompida (luego del referéndum revocatorio del 2004, momento en que se destruyen las unidades de batalla electoral que autónomamente se formaron por millones), la masa popular no encontró otro mecanismo de aborrecimiento que el voto por una oposición reaccionaria y sin ninguna presencia dentro de las comunidades empobrecidas. Cualquier persona en la calle o el metro de Caracas, le explicará esto mucho mejor que yo.

El voto a favor de la MUD no es un voto a favor de una alternativa neoliberal y de derecha, es el aborrecimiento generalizado que cualquiera de este pueblo sentimos ante una de las burocracias mas corruptas y mentirosas que han pasado por el poder de Estado. Bien estúpido puede ser aquel que todavía está creyendo que este pueblo se dejó envilecer por el imperialismo y su manipulación chantajeado por la «guerra económica”.

Ese mismo pueblo que una vez le dio todo el apoyo a Hugo Chávez para transformar este país, ya harto reventó a esa burocracia a través del único mecanismo que tenía en mano y es el derecho al voto.

Votó por los enemigos de quienes han terminado siendo sus enemigos directos: esta desgraciada burocracia y ni siquiera burocracia, esa mal parida boliburguesía que junto a los viejos amos de este país, que están intactos, han desfalcado por entero esta tierra. Votó por alguien que ni siquiera conocía porque nadie conocía dentro de esas comunidades pobres a los candidatos de oposición, ya que ni campaña hicieron, simplemente les dieron el voto, por lo asqueados que están de este gobierno que se llama «chavista”.

Por supuesto después de este acto electoral se torna más que complejo ya que los elegidos no son precisamente los amantes de las causas justas e igualitarias, la oposición desde el año 2002 es hegemonizada por los segmentos más reaccionarios del ser político nuestro. El «Adios al Chavismo” «“siguiendo los argumentos de un texto muy leído»“ por parte de esa inmensa masa popular, ahora nos pone al filo de perder por completo la causa revolucionaria, que nada tiene que ver con el Estado ni adulancias míticas, sino con la esperada consecución de una vida libre y digna»¦

La reacción «representando al pueblo” buscará enjuiciar y sacar del poder a quienes a estas alturas son aborrecidos, y de allí imponer sus estrategias imperiales y conservadoras, propias de un puñado muy reducido de seres mediáticos que han recibido el favor de los amos del mundo, y de allí su hegemonía política nacional.

La ecuación política por tanto se vuelve nítida: la única forma de salvar la causa revolucionaria es que quienes son sus actores verídicos, en la vida concreta en pueblos, comunidades, fábricas y campos, asuman para sí la inmensa rebelión del voto. Tiren a la basura lo que muchos grupos querrán aún reproducir en un apoyo desesperado a un gobierno que les favorece sólo a ellos, y permitan el nacimiento por primera vez en todos estos años de un auténtico poder popular.



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