04/11/2005

Primer informe desde la IV Cumbre: ¿De qué escribirá la gran prensa?

Atormentados por el cierre y ajenos a lo que ocurre en la cocina de esta Cumbre, centenares de periodistas se pasan el día encerrados en un subsuelo, la Sala de Prensa de la IV Cumbre de las Américas, a la espera de una información certera, la ayuda de un colega o con la mirada puesta en media docena de televisores plasmas que, sin audio, pasan las imágenes oficiales de alguna conferencia de prensa o la llegada del avión de George W. Bush que muestra el momento que, al menos nosotros, no queríamos ver.


Entonces, ¿de qué escribe la prensa? La inmensa mayoría de lo que puede y le informan los gacetilleros que la organización ha distribuido en este inmenso salón. Se escucha un semiacuerdo: al parecer quienes debían preparar el borrador del acuerdo de esta Cumbre, no se han puesto de acuerdo. Por la tarde muchos repetían un rumor que casi se convierte en noticia: se decía que Bush había llegado en secreto, por la mañana. Nada de lo que te entregan merece confianza. El comunicado de prensa que repartieron hoy y que anunciaba los arribos de los jefes de estado decía que Bush llegaba al aeropuerto de Camet. Falso: Bush llegó a una base militar, cuyo nombre se me escapa y no interesa. «Brigadier de la Colina», me grita un compañero.

La falta de contacto con los protagonistas, el manejo casi tabicado de los principales operadores de esta cumbre y la enorme cantidad de medios presentes, han convertido a esta sala en un enorme lugar en el que todos parecen mirarse con desesperación tras la misma pregunta: ¿De qué carajo vamos a escribir?

Se repiten cosas que nadie chequeó (por ejemplo, si la comida que trajo Bush vino en aviones o en barcos), se leen páginas de Internet de los grandes medios o de las agencias oficiales.

Maldición: dicen que llegaron 188 acreditados en el avión de Bush por la Casa Blanca y otros tantos como prensa estadounidense por su lado. Dudo. ¿Les daremos el periódico, así, sin traducción general? Veremos si mañana aparecen por esta Sala de Prensa.

Los medios más poderosos, gracias a sus múltiples contactos, ya han logrado entrevistas exclusivas que publicarán mañana. Por ejemplo, Clarín ya tiene la palabra de José Miguel Insulza, el secretario General de la OEA.

Seguramente marcarán la diferencia con los medios pequeños o medianos, librados a su suerte.

Son muy pocos los que asisten a las pocas conferencias de prensa que se hicieron hoy: por ejemplo, habló el ministro de Trabajo, Carlos Tomada. Poca gente. Hablaron los representantes de los Pueblos Originarios. Poca gente.

Hace dos minutos hablé, dos minutos también, con un dirigente indígena. Aucan Huilcaman, encargado de Relaciones Internacionales del Consejo de Todas las Tierras (Mapuches) me dice: «Sólo treinta periodistas en nuestra conferencia. Les dijimos que los gobiernos avanzan aceleradamente en acuerdos económicos pero muy lentamente en el reconocimiento de los derechos de los pueblos originarios». Está denunciando algo, pero creo que nadie le dará bolilla mañana ni en la televisión argentina, y menos en los diarios.

Es decir, para los grandes medios, los pueblos originarios no existirán.

En este marco, repartimos el número uno de Acción Contra Informativa. ¿Lo leerán? Las sonrisas de agradecimiento, cuando dejábamos el ejemplar en cada escritorio, alientan nuestra esperanza de que así suceda. Varios creen que somos «la prensa de la Cumbre de los Pueblos» y nos preguntan si Hugo Chávez hablará mañana con los periodista, a qué hora será la marcha y otros asuntos. A la mayoría sí le interesa saber lo que pasará mañana. El «efecto Maradona» ha dado resultado. De nuestro periódico aún no dicen nada.

Mañana sabremos algo. Sólo recibí respuesta concreta de dos personas. Una periodista venezolana que, muy alegre, me reveló que «al recibirme de periodista hice mi tesis sobre medios alternativos». Parece chavista. Mañana lo confirmaré. La otra, una señora elegante de la agencia EFE a quien le sonó a reto el anuncio: «Les dejo aquí la prensa de los medios alternativos».

 Nosotros también somos alternativos-, me espetó.

 Bueno, entonces seremos más-, alcancé a contestarle.

Si ustedes creían que aquí los periodistas se codeaban con presidentes, ministros y cancilleres, nada de eso. Todo lo contrario, una vez más hemos confirmado cuán lejos estamos de la noticia real, de la calle, de la verdad.

La culpa no es de ellos. El sistema y el apuro los absorbe. Y no pueden salir.

PD: noticia de cierre: le entrego, en mano, nuestro glorioso periódico a Andrés Oppenheimer. Sonríe, como en la tele, y dice «muchas gracias». Creo que leyó el título «Que la prensa no te mienta».

Más información en:

www.nobush.nuestraamerica.info



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