06/09/2015

En Laudatio Si el Papa Francisco se olvidó de los afectados por los agrotóxicos

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Entrevista a Guillermo Almeyra, editorialista internacional de La Jornada (México). Un análisis sobre la Encíclica Laudatio Si, «Hay que distinguir que si bien el Papa es partidario de que todos tengan tierra, no discute el territorio, es decir quién dirige el uso de los recursos en ese territorio, si los habitantes o las transnacionales, de eso no han hablado”. Por Mario Hernández

M.H.: Guillermo Almeyra, periodista del prestigioso diario La Jornada de México. Estamos abordando las problemáticas vinculadas a la aplicación del glifosato y otros venenos a nuestros cultivos transgénicos, el papel de Monsanto en esto y nos topamos con el Papa Francisco, quien en los últimos tiempos ha promulgado una Encíclica Laudatio Si, que ha merecido por parte de la Doctora Graciela Vizcay Gómez una crítica al decir que el Papa se había olvidado de los afectados por los agrotóxicos en su Encíclica, pero que ha tenido una fuerte presencia y un fuerte apoyo hace menos de un mes en Santa Cruz de la Sierra en el contacto con los movimientos sociales; ya el año pasado había promovido una reunión similar en Roma.

Algunos de los contenidos con los cuales se dirigió el Papa Francisco a los movimientos populares en Santa Cruz de la Sierra:
«Dios permite que hoy nos veamos otra vez. La Biblia nos recuerda que Dios escucha el clamor de su pueblo y quisiera yo también volver a unir mi voz a la de ustedes. La famosas tres T, Tierra, Techo y Trabajo para todos nuestros hermanos y hermanas, lo dije y lo repito son derechos sagrados, vale la pena luchar por ellos. Que el clamor de los excluidos se escuche en toda América Latina y en toda la Tierra, necesitamos un cambio, digámoslo sin miedo: necesitamos y queremos un cambio. Queremos un cambio de estructuras, este sistema ya no se aguanta, no lo aguantan los campesinos, ni los trabajadores, ni los pueblos y tampoco lo aguanta la tierra, la hermana Madre Tierra como decía San Francisco”.
Y sigue el discurso del Papa, arengando a los movimientos populares y sociales que se dieron cita en Santa Cruz de la Sierra en julio. ¿Qué reflexión le merece esta reunión y estas palabras del Papa Francisco?

G.A.: Hay que agregar que apoyó a las empresas recuperadas, que llamó a auto organizarse, a formar cooperativas, formas no capitalistas, que apoyó indirectamente a las tomas de tierras al hablar de los movimientos campesinos. Es decir, se radicalizó bastante con respecto a una política tradicional del Vaticano muy moderada en el problema agrario y de la tierra. Hay que tener en cuenta que en América Latina, donde fue más avanzada la intervención de la Iglesia Católica, tiene la Pastoral de la tierra que esencialmente apoya en forma asistencial a los campesinos y quizás en algún caso de algún cura más o menos avanzado, a algún conflicto que se pueda encontrar, pero no tiene una problemática de defensa del territorio.

Hay que distinguir que si bien el Papa es partidario de que todos tengan tierra, no discute el territorio, es decir quién dirige el uso de los recursos en ese territorio, si los habitantes o las transnacionales, de eso no han hablado. Creo que la intervención del Papa tiene diversas características, una responde al momento y al lugar, se coloca junto a los trabajadores y delante de los trabajadores por varias razones, primero supera por la izquierda a los curas de la Teología de la Liberación y a la misma Teología de la Liberación que apoya las luchas y se califica como «Iglesia de los pobres”, pero que no se lanza a organizar.

Segundo, supera a la izquierda existente que no sale del marco nacional ni de una política extractivista, nacionalista, distribucionista, asistencialista local y no tiene en cuenta el conjunto del sistema. El Papa habla en forma universal. Y ataca a los aspectos del capitalismo, el lucro antes que nada, que chocan con la idea misma de una iglesia solidaria, con el foco en lo humano, cosa que el capitalismo no reconoce.

Al mismo tiempo, se coloca en una posición crítica que da peso a las jerarquías eclesiásticas locales frente a los gobiernos llamados desarrollistas o progresistas que tienen en cuenta antes que nada la cantidad de inversiones y la producción, sin preocuparse en lo más mínimo por el ambiente, a esto él dice que no y eso es muy importante. Por fortuna en estos momentos a causa de la crisis mundial que ha disminuido el consumo del petróleo, las exploraciones en las zonas selváticas son menores y el fracking se contuvo, al caer el precio del petróleo, que va a caer todavía más con el ingreso del petróleo iraní. Entonces, no solo se ha salvado Vaca Muerta en Argentina sino que se han salvado muchas otras zonas de América Latina.

Lo mismo ha pasado con las minas, al caer los precios de la minería se ha frenado la explotación minera. Queda la de Monsanto que es constante, que ha instalado un tipo de producción de soja en la Argentina, pero también en Brasil, Paraguay, parte de Bolivia, que depende fundamentalmente de los agroquímicos y la fumigaciones, cosa prohibida en Europa, en Francia, por ejemplo, los transgénicos y el sistema de Monsanto son ilegales, no los puede desarrollar.
Monsanto tiene aquí una base poderosísima, porque evidentemente la exportación de soja y productos de soja a China, que es la base de la obtención de divisas por el país, es hecha con los métodos de Monsanto y pagando sus patentes y dándole ganancias.

Se promueve también en China donde la producción agrícola de este tipo, por razones de escasez de tierra y superpoblación no se puede desarrollar, pero sí en los lugares donde se puede hacer. Hay que parar a Monsanto aquí, porque es un peligro mundial, si lo hacemos aquí se puede parar en otros lugares. Argentina desgraciadamente exportó a Venezuela los transgénicos y formas de producción con agroquímicos de Monsanto, cosa que es un crimen porque en la época de Chávez estaba prohibido por ley.
El Papa puso como modelo a las misiones jesuíticas, que eran un criadero de hombres para trabajar para el mercado.

M.H.: Ya había escuchado la idea de las tres T en boca del dirigente social y ecologista José «Pepino” Fernández, dirigente de la Unión de Trabajadores Desocupados (UTD) de General Mosconi (Salta), pero ¿cuál es el modelo alternativo que propone el Papa Francisco?

G.A.: Sobre las tres T, agregaría una cuarta que es importante, porque techo, tierra y trabajo son derechos humanos esenciales, pero el control del territorio es fundamental, eso significa auto gestión, auto organización local de los pobladores, reorganización del territorio en función de las necesidades, y no del lucro.

Con respecto al modelo, el Papa es consecuente con su rol de Papa y de jesuita y puso como modelo uno del siglo XVII, el de las misiones jesuíticas, que eran un criadero de hombres para trabajar para el mercado, que el Papa condena, pero que hizo rica a la orden jesuítica.

Los jesuitas tenían aldeas y regimientos de indios dirigidos por curas que hacían frente a los ejércitos españoles y portugueses, y regimentaban totalmente la vida de los indígenas que se incorporaban a esas misiones. Si bien les enseñaban a leer y escribir, así como algunos oficios, también lo hacían con las mujeres, lo cual para la época era sumamente progresivo.

Basándose en la estructura democrática de la federación guaraní, los tenían sometidos a un régimen tan paternalista que ante la disminución de la natalidad y la fuga de gente de las misiones, en cierto momento tocaban la campana durante la noche para que los hombres fueran a procrear con las mujeres, los trataban como animales.

Eso no fue un modelo de democracia y de auto organización campesina, fue un modelo de organización con conceptos medievales para el mercado que había dejado de ser medieval y para construir una gran transnacional, porque los jesuitas estaban por todos lados, tal es así que los reinos de España y Portugal los tuvieron que declarar ilegales.

M.H.: ¿Cuáles serían las diferencias entre el planteo que hace actualmente el Papa Francisco y los postulados de la Teología de la Liberación de fines de los ´60 principios de los ´70?

G.A.: La Teología de la Liberación era una reorientación hacia su línea primitiva, anterior a la creación de una iglesia monárquica, que había comenzado con Constantino. La Teología de la Liberación planteaba como eje que la Iglesia debe ser en defensa de los pobres, por lo tanto, no debe darse como objetivo central, como sucedía en el caso de los jesuitas, la formación de las elites y de las clases dominantes, sino por el contrario la lucha contra esa clase dominante. Mientras el caso de los jesuitas era una iglesia de la Contrarreforma, contra el libre albedrío, contra la interpretación libre del Nuevo Testamento, la Teología de la Liberación promovía la auto conciencia, la discusión de los textos y la transformación de los fieles en ciudadanos, en gente que pensase. Eso era subversivo, tanto es así que mataron a la mayoría, como al cura Romero en El Salvador, entre otros.

M.H.: Y algunas expresiones extremas como el caso de Camilo Torres en Colombia.

G.A.: Claro, que en defensa de los pobres llegó a hacerse guerrillero. Un sacerdote más bien conservador que había ido a evangelizar a los indios, Monseñor Ruiz, en Chiapas, terminó evangelizando a los indios pero con un sentido de liberación que abrió el camino al zapatismo, casi todos los zapatistas habían sido diáconos o asistentes en la diócesis de San Cristóbal.
La Teología de la Liberación era la influencia del mundo campesino en efervescencia dentro de la iglesia cristiana y católica, en particular en América Latina, donde el peso de los campesinos era fuerte.
El Papa no hace eso, intenta en escala mundial enfrentar los valores del capitalismo que han hecho que en los países que antes eran eminentemente católicos, como Francia, España, Portugal, Italia, el número de fieles y las vocaciones para sacerdotes o monjas disminuyan terriblemente, no tienen renovación de vocaciones, tienen que importar curas, así como aquí venían los curas italianos y españoles, en esos países tienen que llevar curas de la India, curas negros, o curas argentinos.

M.H.: Hace dos años fui a conocer a mis sobrinas a Barranquilla, fuimos con mi señora, a ella le llamaba poderosamente la atención la cantidad de iglesias y cultos alternativos al católico, dos o tres templos por cuadra. Justo se dio la situación que estando allí se produce la dimisión del Papa Benedicto. La asunción del Papa Francisco, me parece, mucho ha tenido que ver con esta situación que usted plantea de la falta de vocaciones y de la emigración de gran cantidad de fieles católicos hacia otros credos.

G.A.: En parte porque Estados Unidos también fue mentor con las llamadas sectas evangélicas, pero en gran medida porque son mucho más modernas en sus métodos, el Concilio Vaticano II, el del Papa campesino bergamasco (Juan XXIII), intentó modernizar la Iglesia, que las misas se hicieran en la lengua original, eliminar en parte el lujo, humanizarla más, precisamente para hacer frente a eso, pero la Iglesia Católica en América Latina estuvo mucho tiempo ligada a los terratenientes, defendiendo a los sectores más conservadores, formándolos y eso dejo campo para la creación no solo de iglesias evangélicas, sino también, como en Brasil, de las sectas pseudo-espiritistas, umbanda y la secta a la que pertenecían López Rega y Perón.

La Iglesia Católica hoy tiene alrededor del 40% de sus fieles en América Latina, es un punto muy fuerte, pero a la vez ha perdido más del 20% frente a otros competidores, entonces la visita del Papa tiene ese sentido.

Además, tiene el sentido de enfrentar los valores capitalistas hedonistas, egoístas, del lucro antes que nada, de la ruptura con la solidaridad y darle al mismo tiempo una renovación y un apoyo a las jerarquías católicas locales para que actúen como eje de los sectores conservadores pero no como agentes de Estados Unidos.



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