06/08/2015

Goleada de River y Copa Libertadores después de 19 años

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River le ganó por 3-0 a Tigres en el Monumental y obtuvo la Copa Libertadores de América luego de 19 años. Alario, Sánchez y Funes Mori marcaron para el campeón, que jugará el Mundial de Clubes en Japón a fin de año. Luego del partido miles de hinchas coparon el centro porteño hasta las 5 de la mañana y festejaron bajo la lluvia. Por ANRed


River campeón de la Copa Libertadores de América

Esto no empezó la semana pasada en Monterrey, México. Tampoco cuando dejó en el camino a su eterno rival . No empezó siquiera en la etapa inicial de esta Copa. Ni cuando se ganó la Sudamericana . No. Esto comenzó a hace un año y 6 meses, desde que Marcelo Gallardo asumió como entrenador.

Los aciertos del técnico llevaron a este equipo a descollar en el torneo latinoamericano que hacía 19 años no disfrutaba. Lucas Alario, Nico Bertolo, Carlos Sánchez y la despedida de Fernando «Cavegol» fueron las caras de este renovado River que aprovechó en su cancha todas las ventajas que le dio Tigres.

El primer tiempo se iba, con amonestados de ambos lados (Alario con amarilla, casi naranja por un patadón) con llegadas claras pero sin definiciones, hasta que a los 44 minutos una avanzada de Leonel Vangioni derivó en un centro justo a la cabeza de Lucas Alario para que explote el Monumental con ese gol.

En el segundo tiempo, Tigres desperdició sus chances y River aprovechó las suyas. Un intento de Carlos Sánchez, foul dentro del área y a cambiar el penal por gol del uruguayo. Minutos más tarde un cabezazo de Funes Mori afianza la victoria, la goleada y la Copa. Quedaba tiempo para la ovación despedida de Cavegol.

La escena de lluvia Monumental conjuga la hinchada cantando y los jugadores entregando todo. Final del partido. Campeón. La emoción de quienes recordamos esa final de 1996, los recuerdos, los pibes y pibas que no vivieron esa etapa. Campeón. El abuelo que besa la camiseta. Campeón. Y Marcelo Gallardo entrando al campo de juego a festejar. Campeón.

Ahora se viene la Suruga Bank en Japón. El Mundial de Clubes en diciembre. Pero ahora, desde anoche, River Campeón.

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La pasión no desciende

Ni bien finalizó el partido el árbitro uruguayo Darío Ubriaco, se sintió la explosión de miles de gargantas en todo el país. La emoción de la familia riverplatense se diseminó prontamente por el centro porteño.

El Obelisco, testigo de infinidad de celebraciones, futboleras sobre todo, se fue poblando de rojo y blanco desde la medianoche. Desde distintos puntos de la ciudad y el conurbano llegaron cantando, bajo la intensa lluvia que se desató, miles y miles de hinchas.

«Â¡Qué me vienen con que entramos por la ventana, qué me importa! somos campeones y ganamos bien!» gritaba Mauro de Lanús, a quien quisiera escucharlo.

Un colectivo lleno de hinchas que venían de Avellaneda frena, No llega hasta el Obelisco. «Borombombón, borombombón, el que no salta, abandonó» cantaban adentro del bondi y contagiaron al resto que mirábamos desde los andenes del Metrobús.

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Ni la lluvia los paró

La lluvia nunca paró. Torrencialmente diluvió. No dejó que los vendedores de choris y patys se hicieran «su agosto», aprovechando estos seis días que lleva el mes. Aún así las caravanas desde lejanos lugares seguían llegando al Obelisco. De Florencio Varela, de Balvanera, de Claypole, de Remedios de Escalada, de Barracas, de Flores, de Moreno, de todos lados surgia la efervescencia de jóvenes, adultos mayores, niños y niñas.

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«Mi viejo me hizo de River, ¡gracias viejo!» lloraba un muchacho mientras se besaba la camiseta. Identificada con semejante declaración, me acerqué a abrazarlo. A decirle que a mí también mi viejo me heredó su pasión por el más grande, a decirle que mi viejo me llevaba a la cancha de pequeña. A decirle que mi viejo vivió la época de La Máquina y afortunadamente llegó a ver la elegancia y destreza del Beto Alonso y del Enzo. Que vivió las inolvidables Copas de 1986 y 1996. A contarle a él y a todos que mi vieja se me está haciendo la arisca y quiere irse con el viejo, que debe estar en una estrella, brillando. Y las lágrimas de la obtención de un torneo se confunden con las situaciones de nuestras vidas. Y el muchacho me abraza y llora sin que yo llegue a contarle todo esto. No hace falta, somos campeones. Otra vez.

Los festejos se tornan interminables. Tengo que volver a escribir esta nota. Tengo que volver a mi realidad.

Hoy quizás muchos y muchas estamos resfriados, pero no nos importa. Somos campeones otra vez.

Ernestina Arias – ANRed Deportes

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