31/07/2015

La ruta crítica de la mujer: cómo es vivir con una orden de restricción

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El cuerpo de Belén Morán quedó tirado en una zanja, al lado de la cartera en la que guardaba la orden de restricción contra su ex. Julia Torres denunció a la pareja 25 veces y, a pesar de la medida judicial que le prohibía acercarse, en febrero de 2013 él entró a su casa y le perforó cuatro órganos. Hebe consiguió una orden contra el ex que tampoco alcanzó: en abril él mató a uno de sus hijos. Fernanda y Karina sobreviven, son especialistas en órdenes de restricción: saben cómo se renuevan, cuándo y dónde. «No queremos que el mensaje sea que hagan lo que hagan las van a matar igual. La mujer recorre una ruta crítica al denunciar y el problema son los fiscales y los jueces que no nos defienden”, dijo Nelly Borquez, militante feminista. Por Cosecha Roja


En 2014, de los 277 asesinatos contra mujeres, 39 varones tenían denuncias previas, según datos de La Casa del Encuentro. Borquez trabaja en el territorio con las mujeres que sufren todos los días por culpa de la violencia machista. Sabe cómo es vivir con una orden de detención. Para ella «los femicidios por medidas no cumplidas son una constante”.

«Prepará tres cajones”, amenazó antes de ayer Alberto Moreno a su suegra, la mamá de Belén. Le anunciaba que mataría a su hija, a su hijo discapacitado y a ella. Ayer Belén salió de su casa cerca de las 9 para ir al Juzgado de Familia 1 de Pilar y denunciar que su ex pareja no cumplía con la orden de restricción que había conseguido ocho días atrás. En la esquina de Río Orinoco y Rodolfo de la Colina la esperaba su ex.

Esta tarde el juez Walter Saettone firmó la orden de captura: la policía lo buscan en la localidad bonaerense de Manzanares. La Auditoría General de Asuntos Internos de la policía comenzó una investigación para determinar las responsabilidades de los agentes que intervinieron en las denuncias previas al asesinato. «Cada uno de los efectivos nombrados por la familia y aquellos que hayan participado en alguna instancia de este hecho, serán investigados”, dijo a Télam una fuente policial.

La ruta crítica de Belén

El lunes 20 la mamá de Belén fue a la casa de su hija a buscarla. Hacía varios días que no sabía nada de ella. Tocó timbre y golpeó la puerta pero nadie respondió. Desde afuera llegó a escuchar los gritos de su hija. Se fue a la Comisaría de la Mujer de Pilar y lo denunció. La policía fue a la casa y llevó a Belén a un refugio («casa de Abrigo”), un espacio de asistencia para mujeres víctimas de de la Municipalidad de Pilar. Al día siguiente, el Juzgado de Familia 1 de Pilar ordenó la restricción de acercamiento de Moreno. La policía fue a la casa del hombre y le notificó la decisión judicial. El 22 de julio Belén se mudó del refugio a lo de su mamá. Pero las amenazas siguieron y ayer a la mañana ella salió de la casa para volver a denunciarlo en el Juzgado.

Cómo es vivir con una orden de restricción

«Esto es luchar contra un gigante de acero”, dijo Karina Gonella. Su relación con Sepúlveda -un gendarme- duró dos años y medio. Para ella fue «el infierno”. La insultó, la golpeó y hasta le gatilló una pistola en la sien. Una vez le apretó el cuello con las manos, vio cómo se quedaba sin aire y la amenazó: «Gritá yegua, antes de que llegue la policía te mato”. Ese día dijo basta y se separó. Ese día dijo basta y se separó. Ahora es querellante en un juicio penal pero la Justicia no le dio protección ni le sacó las armas a su agresor. Su pelea es con las instituciones que no escuchan sus pedidos de auxilio. «Se van a preocupar si él me pega dos tiros y me convierto en una menos”, dijo.

Fernanda Chacón tiene 39 años, vive en Pompeya con tres de sus hijos y trabaja con víctimas de violencia de género en el grupo Cambia una lágrima por una sonrisa. La ex pareja de apellido Castro tiene una condena de tres años en prisión por violencia, lesiones leves -las piñas y patadas que le fisuraron las costillas a Fernanda-, y por violar las medidas que le prohibían acercarse a la familia. «Las órdenes de restricción no sirven para nada, es lo que denuncio hace rato, mi ex nunca la cumplió, dijo Fernanda. La primera medida judicial que consiguió fue el 7 de mayo de 2013. Desde entonces se ocupa de renovarlas porque él no para de amenazarla, aún desde la cárcel.

Alberto Gonzalía prendió fuego su casa, quiso degollar a un hijo, apuñalar a otro y matar a la ex mujer, Julia Torres. Ella lo había denunciado 25 veces: casi una por cada año que estuvieron casados. Una madrugada de febrero de 2013 él chocó el auto contra el frente de la casa, entró y acuchilló a la ex hasta perforarle cuatro órganos. El patrullero que la custodiaba no estaba. Ella sobrevivió al ataque pero murió cuatro meses después por una gastroenteritis.Un jurado popular lo declaró culpable por el femicidio y lo condenó a prisión perpetua.

Juan Carlos Romero y Hebe se separaron, ella lo denunció por violencia doméstica, consiguió una orden de restricción y que le restituyeran la casa, pero no fue suficiente. Una mañana de abril él la llamó y le dijo: «no vas a volver a ver a tus hijos”. De fondo se escuchaba el motor del auto y ella temió que se estuviera fugando con los mellizos de siete años. Pero lo que se venía era peor: el ex marido manejó por la banquina de la ex ruta 14 (Entre Ríos), se metió en el carril a contramano y chocó contra un camión. Agustín murió y Mateo quedó internado. Dos meses después Romero falleció en el hospital Masvernat de Concordia.



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