23/06/2015

Mamá siempre tiene la culpa

La semana pasada la justicia acusó a otra mamá de abandono de persona. La fiscal Carolina Carballido -titular de la Unidad Funcional de Instrucción de Violencia de Género de Pilar- culpó a Celina Benitez de la muerte de su beba de dos años, abusada y asesinada por su ex pareja. El padrastro apareció ahorcado el sábado en la celda y ella quedó detenida. La funcionaria es la misma que pidió que Yanina González vuelva a la cárcel. Por Cosecha Roja

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Celina tiene 22, vive en Villa Astolfi (Pilar) y trabaja como empleada doméstica. El miércoles 11 de junio tuvo que dejar a su hija de dos años al cuidado del padrastro. Volvió de trabajar pasadas las siete de la tarde y notó que la niña estaba fría. Atinó a abrigarla pero la beba se desvaneció. Salió a la calle con ella en brazos, paró un auto y la llevó al Hospital Hugo Meisner, en Derqui. Los médicos hicieron la denuncia a la policía: el cuerpo de la nena tenía lesiones en los genitales, un hematoma en el ojo izquierdo, golpes por todos lados, marcas de mordeduras y quemaduras de cigarrillos.

El hombre intentó fugarse pero fue detenido en una parada de colectivos: tenía un bolso con ropa y tres tarjetas SUBE. Quedó imputado de «homicidio simple y abuso sexual agravado por la situación de convivencia por orden de la fiscal Carolina Carballido. El sábado a la mañana el hombre se ahorcó en la celda de la Alcaidía Departamental de San Martín y la fiscal acusó a la Celina de abandono de persona.

El 16 de agosto de 2013 Alejandro Fernández le pegó a Yanina por última vez. Después golpeó a Lulú «“hija de ella con una pareja anterior- las encerró a las dos y se acostaron. Ella tenía 23 años, seis meses de embarazo y un retraso madurativo. Esa noche no pudo dormir, notaba que su beba no era la de siempre. El sábado a la mañana, cuando él se fue de la casa, ella se escapó, pidió prestada una SUBE y fue al centro comunitario Gallo Rojo. Nadie notó que Lulú estaba tan mal, pero sí que estaba decaída. Entonces la acompañaron al hospital. Cuando Lulú murió, a Yanina le tomaron declaración y quedó demorada en la Comisaría de la Mujer de Del Viso. Después la trasladaron a Los Hornos, La Plata. Unos meses más tarde la abogada le consiguió la prisión domiciliaria y estuvo bajo arresto en la casa de una vecina de Moreno. En marzo el TOC 2 de San Isidro la absolvió. Un mes después la fiscal Carballido apeló la resolución y hoy la Cámara de Casación bonaerense desistió: quedó firme el fallo del tribunal. El martes habrá una audiencia.

El domingo 7 de junio la mamá salió a trabajar y sus hijos (un varón de 5 y una nena de 8) quedaron bajo el cuidado del padrastro en el departamento en Flores en el que vivían. Horas después el niño falleció en el Hospital Piñero. La niña relató en Cámara Gesel que cuando vio cómo el padrastro le pegaba a su hermano, ella corrió, se metió en la cama y se tapó la cabeza con las sábanas del miedo. Dijo que estaba aterrada, que no podía soportar el horror y que se tuvo que esconder. Los abuelos lo acusaron de golpeador y la autopsia mostró golpes nuevos y otros de larga data.

No era la primera vez que le pegaban: los médicos forenses que hicieron la autopsia determinaron que el niño tenía golpes en varias partes del cuerpo y que algunos eran viejos. «Los niños son una herramienta para destruir psíquicamente a la mujer a la que consideran su propiedad”, dijo a Cosecha Roja Fabiana Tuñez, de la Casa del Encuentro. Según datos de la Asociación, en 2014 hubo 29 femicidios vinculados y, desde 2008 hasta entonces, suman 163 los asesinatos de personas del entorno de las mujeres con el objetivo de castigarlas. «Cuando el agresor siente que pierde el poder sobre la mujer empieza a buscar estrategias para castigarla. A las personas de su entorno las considera como un objeto más de pertenencia y las utilizan como poder”, dijo Túñez.



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