18/06/2015

El Rayo Obrero

Instalado en una de las capitales imperiales del fútbol, el Rayo Vallecano cuenta con simpatizantes con ideas arraigadas que se extienden mucho más allá de los límites del terreno de juego. Fútbol e ideología, conviviendo en los mismos escalones. Un repaso por la historia de un club humilde, con simpatizantes obreros y activistas, sin ninguna intención de dejarse pisotear por el poder, sea este futbolístico o gubernamental. Por Diego Ferraro para Ancap

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La geografía social no puede alterarse por la mano del Hombre tan sencillamente como la natural. Los barrios permanecen ocupados mayoritariamente por las mismas clases sociales durante décadas, y se hacen tradición en la sociedad. Este es el caso de Vallecas, barrio del sudeste madrileño, corazón de la clase obrera de la capital española. Este barrio tiene más de una postal de presentación, y más de una imágen que nos lleva a pensar que estamos en él. En el Puente de Vallecas (nombre correcto del barrio) nunca ha triunfado en una elección el tradicional Partido Popular (PP); se comenta en Madrid que las ideas de izquierda se aglomeran en esta parte de la ciudad.

En épocas de guerra civil , con el Franquismo enceguecido con la toma del poder, tenían un alcalde socialista (Amós Acero Pérez, ejecutado al resisitirse a la quema de una escuela con niños dentro) y fue el barrio más castigado por los bombardeos que el General Francisco Franco comandaba. Pero también si decimos Vallecas, estamos diciendo un sinónimo de Rayo Vallecano. Ese pequeño equipo del barrio que no conoce de páginas deportivas doradas, pero que tiene triunfos varios en las tribunas y fuera de los estadios. Esa institución que habla mejor el lenguaje social que futbolístico y que en épocas deportivas más interesadas por el marketing que por la función que un club cumple en la sociedad, es campeón año a año, aunque no haya un trofeo que lo reconozca.

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El nacimiento de «Bukaneros”.

En España decir la palabra ultra asociada al fútbol es el equivalente a lo que nosotros denominamos barra en nuestro país. Aunque, como veremos en el desarrollo del artículo, en nada se parecen los ultras del Rayito (como se conoce popularmente al club) a los barras nacionales.

El club, desde su dirigencia, pese a encontrarse en el seno de una comunidad obrera, nunca tomó medidas que apostaran a respaldar a los vecinos de Vallecas. El público que acudía a alentar al equipo, si bien como relatabamos en un principio es un reducto de ideas de izquierda y anarquistas, no contaba más que con una organización de ultras que seguía y alentaba al equipo y que contradictoriamente a los orígenes de la institución, defendían algunas consignas de derecha: se llamaban brigadas franjirrojas .

A principios de los «™90 el fútbol no escapó a la globalización, y la conversión de clubes en Sociedades Anónimas fue moneda corriente en suelo europeo. En 1991, el Rayo Vallecano fue adquirido por José Ruiz Mateos, un terrateniente que pertenecía al Opus Dei, que venía de cumplir sentencia por evasión y fraude. Para 1994 este transfirió la Sociedad Anónima a su esposa, doña Teresa Rivero, convirtiendosé en la primera mujer presidiendo a una institución de la liga española. El club cambió su denominación de Asociación Deportiva Rayo Vallecano a Rayo Vallecano Madrid, y la ególatra presidenta decidió hacerse un homenaje a si misma y le puso su nombre al estadio.
En paralelo a estas polémicas decisiones, en 1992 un grupo de siete jóvenes comenzaba a organizarse para ser un núcleo dentro del club que recogiera la voz de los simpatizantes y para hacer de la institución un verdadero reflejo de Vallecas, y que el club no fuera el juguete caprichoso de una familia adinerada. Es este el nacimiento de Bukaneros. Para 1995, ya tenían el control de la tribuna, y fundamentalmente, el apoyo de los aficionados. Se presentan con un slogan sencillo pero contundente: Clase obrera y antifascistas. Lo importante para este grupo que ya nucleaba a más de un centenar de integrantes, era que Rayo Vallecano fuera un espejo de Vallecas y no de la vanidad de sus dueños. Estaba el Rayo Vallecano de Teresa Rivero, pero también el Rayo de sus hinchas. Ese mismo 1995, más precisamente el 11 de diciembre, la extremista ETA colocó un coche bomba en Puente de Vallecas, dejando un saldo de 6 muertos y 16 heridos. En este hecho, la organización Bukaneros no sólo colaboró con las víctimas el día del atentado, sino que también lo hizo los días siguientes, para ser la contención de una comunidad golpeada y angustiada. El día 13, Rayo Vallecano era local en un partido de Liga, y la gente colmó el estadio en protesta por lo aberrante del hecho, desentendiéndose por completo del partido de fútbol.

Bukaneros ya trascendía Vallecas. Era conocido no solo por los aficionados de fútbol, sino también por el ciudadano que no se interesa en este deporte. Las pancartas oponiéndose al «futbol-negocio” comenzaron a ser moneda corriente en las tribunas del estadio, y la identificación de los socios con los ultras fue mayor, al sentir que este es representativo de la forma de vivir y pensar del barrio. A lo largo de estas dos décadas la tribuna del Rayito ha sido un reflejo de la forma de pensar de Vallecas, expresado en forma de pancartas o banderas. No importa si era en Segunda B (tercera división de España, en la que militaba hace tan solo una década) o si es en La Liga (Primera División, en la actualidad). Las voces se hicieron tela, y en una de las Ligas más vendidas del mundo al exterior, alzaron sus pensamientos.

Los miembros de Bukaneros han sido vistos encabezando o participando de las marchas que colmaban las calles de la capital española de indignados en 2011 y 2012. Durante esos mismos movimientos, en 2012, fue detenido «Alfón”, miembro de Bukaneros, por tenencia de explosivos durante una movilización. Condenado a 12 meses de prisión efectiva y tres en suspenso (aunque la fiscalía pedía mas de cinco), en el transcurso del juicio se descubrieron irregularidades y un montaje policial de la escena.

Estos hechos, entre otros, llevan a la permanente denuncia que son objeto de persecución e infiltración de la inteligencia de la policía, por sus ideas radicalizadas y por no ser convenientes al negocio que es en la actualidad este popular deporte. Sin ir más lejos, el 1 de marzo de este año las instalaciones de Bukaneros han sido requisadas por Brigadas anti «“ disturbios sorpresivamente, en el marco del enfrentamiento verbal que los ultras vallecanos tienen con el presidente de la Liga de Fútbol Profesional (LFP), Javier Tebas, a quién acusan de hacer del fútbol un mero deporte televisivo dándole más derechos e injerencia en la toma de decisión de la casa madre del fútbol español, a cambio de un mayor porcentaje de dinero a las arcas de los clubes y la LFP.

Tebas les dio un golpe duro. Prohibió el ingreso de banderas con frases y pancartas con leyendas políticas en estos últimos meses. Pero el ingenio se agudiza en la opresión, y los radicalizados y comprometidos hinchas del equipo de Vallecas se forman ordenadamente con remeras de diversos colores ,ubicándose de manera tal que forman una frase o una sigla legible desde las diversas cabeceras del estadio.

Casualmente, la persecución a Bukaneros se incrementó desde la toma del poder del gobierno del PP encabezado por Mariano Rajoy.

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La última gran lucha: «!! Carmen se queda !! «

La crisis económica española golpea, como en toda sociedad capitalista, en los sectores trabajadores y más humildes de la sociedad. Los desahucios (las ejecuciones hipotecarias) están a la orden del día, y estos trajeron consigo un incremento en la tasa de suicidios debido a la pérdida de la propiedad. La realidad española es cruel. Vallecas, como buen poblado obrero, tiene en su agenda cotidiana la problemática del trabajador.

Carmen es una vecina del barrio. Las épocas en las que podía ganar su sustento a cambio de trabajo ya han pasado hace un buen rato. Tiene 85 años, no sabe leer ni escribir y su propiedad vallecana fue incluída como aval hipotecario en 2010 por uno de sus hijos. La crisis que atravesó a Europa en los años siguientes lo imposibilitaron de pagar las cuotas correspondientes, y para 2014, la ejecución de la casa de su madre, Carmen, era un hecho. Los bancos y el capital financiero no le ponen rostro a la desgracia, y los millones se hacen de usura o cobrando intereses, no de compasión. De la noche a la mañana, Carmen dormía en la calle.

La noticia llegó a oídos de Paco Jémez, actual entrenador del Rayo Vallecano. Juntó a sus jugadores en el centro de la cancha, llegaron a un acuerdo colectivo y en conferencia de prensa vociferó: «nosotros no nos vamos a quedar parados, vamos a ayudar a esa señora. No solo yo, sino el cuerpo técnico, el club y los jugadores, que son los que dieron el primer paso. Dentro de nuestras posibilidades vamos a ayudarle y a echarle una mano para que encuentre un sitio para que pueda vivir dignamente y no se sienta sola”. Si, las proclamas de la grada habían hecho mella en los profesionales. Esos mismos que habían sido el único plantel de Primera División que en 2012 se adhirió a la huelga general de trabajadores, ahora se comprometía a pagar el alquiler de una vecina anciana, para que tenga una vida digna. Y el club asumió el compromiso de pagar la renta mientras Carmen viva. «!Y que viva el Rayo!”, como ella misma proclama.

El club del pueblo

«»¦Somos los hinchas, más anarquistas, los más borrachos, los más antifascistas. Nuestro Rayito revolucionario, todos los fachas: ¡Fuera de mi barrio!»¦” , reza el tema que la popular banda de Ska y Punk española, SKA-P, compuso en honor a la institución madrileña. Pedro Roiz, socio desde 1956 e hijo de Pedro Roiz Cossío, presidente entre 1965 y 1972, resume a la institución: «El Rayo no es un equipo de fútbol, es una religión deportiva aquí. Es orgullo de clase y la voz de la conciencia. Vallecas es tierra de colonos, gente humilde y comprometida, emigrantes acostumbrados a ganarse el jornal a contracorriente. Luchadores. A otros les ayudan los políticos. De nosotros sólo se acordaron un par de veces en noventa años”. Los otros, es el Real Madrid. Compañero de ciudad, antípoda del pensamiento; el equipo del General Franco, el equipo emblema del fútbol capitalista, el más ganador de todos, pero en el terreno de juego. Porque en las calles de Madrid, es difícil superar al Rayo. En compromiso social, Bukaneros tiene más trofeos que cualquier poderoso con billetera gorda. Deportivamente, el mayor logro del Rayito es una semifinal de Copa del Rey y el séptimo puesto logrado en la Liga 2013/14. Pero el Rayo es la representación de ideologías que no se compran con títulos. La representación de las tradiciones obreras madrileñas. Hoy, Bukaneros junta firmas para que el club retorne a su antigua denominación y lucha por un escudo que incluya la sigla «Asociación Deportiva”. Pelea contra la dirigencia en la que desde 2011 ya no está Teresa Rivero, y que con su salida retiraron su nombre del estadio. Y al mismo tiempo, continúa con las proclamas políticas y gana las calles junto a los vecinos del barrio, enfrentando a la crisis.

En un fútbol tan desalmado, es un Rayo de luz. En un fútbol tan oscuro, es un Rayo de sol. En un fútbol tan capitalista, es un Rayo Obrero.

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Fuente: www.noticiasancap.wordpress.com



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