Sancionada por ir sin corpiño al colegio
Una joven fue sancionada en el Colegio Reconquista de Villa Urquiza, porque asistió a clases sin corpiño. Inmediatamente se desató la polémica entre los alumnos quienes defendieron a su compañera y expresaron su descontento empapelando la escuela con carteles en contra de la medida «la cantidad de ropa que uso no determina la cantidad de respeto que merezco» . Un claro ejemplo de violencia moral, puesto que las mujeres siempre estamos bajo sospecha. Por ANRed
Una joven fue sancionada en el Colegio Reconquista de Villa Urquiza, porque asistió a clases sin corpiño.
Bianca, está en cuarto año, le pusieron una amonestación por su vestimenta, más específicamente por no haber llevado corpiño. Comentó que la rectora de la escuela, la cruzó en un pasillo y le advirtió que no podía ir al colegio sin corpiño. «Me mandó a buscar mi cuaderno y una campera para taparme. A muchos de los profesores les pareció una locura» comentó la joven.
En su cuaderno de comunicaciones le pusieron una nota, una observación sobre su «vestimenta y presentación». Sin embargo Bianca comenta que «el reglamento de convivencia dice cómo tenemos que venir vestidos, pero en ningún lugar dice nada del corpiño».
Inmediatamente sus compañeros se indignaron y realizaron varias medidas entre ellas; le enviaron una carta a la rectoría, en la que hacen algunos reclamos que tienen que ver con mejoras para los alumnos y también para el establecimiento.
Luego empapelaron la escuela con carteles apoyando a Bianca.
Las mujeres bajo sospecha
«Nosotras las mujeres estamos siempre bajo sospecha, siempre recaen las sospechas sobre nosotras. Por poner un pie en la calle, ya estamos, somos seres peligrosos, nuestras intenciones son dudosas, esto es violencia. Siempre contamos con que además de vivir, tenemos constantemente que deshacer una sospecha que se arma sobre nosotras diariamente. Es impresionante, entonces, esa sospecha de la cual constantemente tenemos que librarnos, es violencia moral, pura, permanente, constante.» afirma la antropóloga argentina Rita Segato.
Las mujeres debemos siempre explicar nuestra conducta o deshacer la mirada que nos penaliza o mostrarnos morales constantemente siempre es un esfuerzo que hacemos casi sin percibir. Siempre tenemos que dar cuenta sobre nuestra moralidad, cuales son nuestras intenciones y esto es lo que mantiene al mundo en su lugar.
El problema no es el corpiño claramente, sino el control. Miles de cálculos debemos hacer para presentarnos en el espacio público, un esfuerzo que casi no percibimos y que ningún varón tiene que hacer. El ojo social moralizante siempre se posa sobre nosotras: sobre como nos vestimos, qué decimos, qué hacemos y esta forma de violencia moral es la argamasa del patriarcado. Sin este sustrato la violencia física, que es un extremo no sería posible. Cuando falla la violencia moral, irrumpe la violencia física como restauradora del orden.
La sanción a Bianca podría ser anecdótica, un exceso por parte de las autoridades de la escuela, sin embargo es un perfecto ejemplo cotidiano del control sobre nuestros cuerpos femeninos, el cual nos recuerda cual es «nuestro lugar» en una sociedad patriarcal.