Zona liberada: apuñalan a colectivero en Lanús
Santiago Barros es colectivero, tiene 29 años, una esposa y tres hijos chicos. En la madrugada del martes 6 se encontraba conduciendo su unidad por el barrio de Villa Diamante cuando fue asaltado. Su agresor lo apuñaló en el abdomen. Ahora pelea por su vida en una cama del hospital Evita. Desde ANRed entrevistamos a uno de sus compañeros. Por ANRed.
Por las calles de Villa Diamante avanza un colectivo, es el interno 79 de la línea 158. Al volante va Santiago Barros. Le queda media vuelta para completar su turno. A las cinco y media de la madrugada, sobre una parada oscura, alguien levanta un brazo. Santiago frena y el pasajero sube. A los pocos minutos, el pasajero intenta robarlo y Santiago se resiste: es apuñalado. Pide auxilio, lo socorre un chófer de la línea 9.
El chófer de la 9 conduce el colectivo, le dice que esté tranquilo, que lo peor ya pasó. Pero a Santiago le sangra el abdomen y pide que lo lleve hasta la UPA del barrio. La UPA es la Unidad de Primeros Auxilios, de ahí lo trasladan de emergencia hasta el hospital Evita. En el camino pierde sangre. En el Evita lo intervienen quirúrgicamente, la puñalada le tocó el hígado y Santiago debe quedar internado.
A media mañana, sus compañeros paralizan el servicio, primero el de la 158 y luego el de todas las otras líneas del Puente SAT: la 32, la 75 y la 178. Más tarde se movilizarán hacia el municipio de Lanús, a exigir respuestas. Uno de sus compañeros dice que el caso de Santiago es común, que pasa seguido. Conversamos con él, nos cuenta:
«Es una situación de mierda, todos los días estamos pasando por algo así. Hace unos días le robaron a un chófer de la 9, hace un tiempo hubo disparos arriba de un colectivo. Hace poco una policía Federal mato a un delincuente justo en el mismo lugar donde hoy apuñalaron a mi compañero. La verdad que es una zona liberada».
En el municipio de Lanús, los representantes gremiales son recibidos por Diego Kravetz, el Jefe de Gabinete. Se compromete a «atacar los hechos de inseguridad» y a colocar algunos botones antipánico. Los colectiveros denuncian que ante cada agresión reciben promesas que al tiempo quedan en el olvido. La situación viene de larga data y está cada vez peor, el compañero de Santiago continúa:
«Hace unos años, tuvimos un intento de robo: eran tres personas, dos hombres y una mujer. Subieron a la tarde y la mina no sé si estaba drogada o que, mientras uno le robaba la campera a mi compañero, vino la mina de atrás y lo empezó a apurar dándole puntazos: le cortó el cuello, le cortó la cara, le cortó un brazo y le cortó un dedo. Quedó todo lleno de sangre en el medio de la villa».
Las autoridades de la UTA, el gremio que nuclea a los colectiveros, no han dado soluciones al problema. Según denuncian los chóferes «aparecen cuando pasa algo y después se borran». La situación, lejos de mejorar, empeora. Y va a continuar así mientras existan zonas liberadas, mientras se siga acrecentando la brecha social y mientras la política de seguridad este abocada en la represión del pueblo trabajador.
En este momentos, más de cien mil chóferes recorren las calles con miedo y Santiago se recupera lentamente en una cama del hospital Evita. Su compañero es claro al reflejar un problema que atañe a miles, pero que importa a pocos: «Es una situación de mierda: todos los días tiene que haber algún hecho de inseguridad. Y es una mierda, loco, es una mierda trabajar así».