08/03/2008

La doble opresión somete a las trabajadoras tucumanas

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A través de un informe del Gobierno Provincial se pone de manifiesto las desigualdades que sufren las mujeres en este sistema. Se mantienen muchos de los obstáculos materiales, legales y culturales que les impiden lograr la verdadera igualdad social. Por Contrapunto Prensa Alternativa


Iniciando el siglo XX, un proceso mundial de luchas de mujeres obreras por mejores condiciones de trabajo dio origen al día Internacional de la Mujer Trabajadora (ver recuadro Orígenes del 8 de Marzo).

En la actualidad, a través de las publicidades, flores y poemas se desdibujó el verdadero significado de este aniversario. En estos casi 100 años se mantienen muchas de las trabas materiales, legales y culturales que impiden a las mujeres su plena integración e igualdad en la sociedad.

La mayoría de las mujeres, en nuestro país y en especial en Tucumán, sufren con mayor crudeza la desocupación, el trabajo en negro, salarios miserables, discriminación laboral, despidos por embarazo, acoso sexual, etc.

El informe gubernamental de los «Objetivos de Desarrollo del Milenio» sobre la participación económica-laboral de la mujer explica la situación de las mujeres en nuestra provincia, donde se observa diversos factores que evidencian las diferencias y desigualdades a las que están sometidas las tucumanas.

El comportamiento del mercado laboral no es el mismo para ambos sexos, ya que porcentaje de mujeres que ocupan empleos remunerados en relación al total de trabajadores descendió del 43 por ciento en el 2.003 al 39 por ciento en el 2.005.

En nuestros días, la desocupación femenina duplica a la masculina, la tasa de desempleo para las mujeres es del 13,5 por ciento y del 7.3 por ciento para los varones, según la Encuesta Permanente de Hogares difundida por el INDEC.

Por otra parte, de acuerdo a este informe el sexo femenino ocupa gran parte del empleo no calificado. Teniendo en cuenta el tipo de trabajo que desempeñan las mujeres en Tucumán, los porcentajes de empleo ascienden principalmente en enseñanza y servicios sociales, y aún en mayor medida en servicios domésticos.

Estas actividades son las que la sociedad adjudica tradicionalmente a la mujer, siendo poco valoradas cultural y económicamente.

A su vez en sectores como la Industria, servicios financieros e inmobiliarios la participación de la mujer no supera el 30 por ciento del total de los empleados.

Un dato importante para comprender la situación de las trabajadoras tucumanas es que la remuneración promedio de los varones es un 53 por ciento más alta que la remuneración promedio de las mujeres.

Analizando la diferencia de ingresos percibidos por hombres y mujeres en igual situación, es decir con igual capacidad, horas trabajadas y puesto de trabajo, la realidad se torna aún más grave dado que la situación no ha mejorado con el correr del tiempo.

En lo que respecta a esta diferencia de ingresos las causas son diversas, pero podemos afirmar que en gran parte se debe a una cuestión cultural, que discrimina negativamente a la mujer. También por el rol mismo que desempeña en el hogar, tanto en lo doméstico como así también en relación a sus hijos.

Además, los empleadores prefieren contratar a varones para evitar las licencias por maternidad. Suelen despedir a las que mujeres quedan embarazadas o en su defecto las mantienen trabajando en negro.

En la evaluación oficial, para las mujeres, las oportunidades de acceso a puestos jerárquicos son menores. Un ejemplo claro de esto acontece en la administración pública provincial, donde se observa que en los últimos nueve años, menos de una tercera parte de los puestos altos han sido ocupados por mujeres.

Según estudios realizados por la OIT (Organización Internacional del Trabajo) las mujeres necesitan un nivel de escolaridad significativamente superior al de los hombres para acceder a las mismas oportunidades de empleo: cuatro años más para obtener el mismo ingreso y dos años más en promedio para tener oportunidades similares de acceder a una ocupación formal.

Sin embargo, en Tucumán, a pesar de que el nivel educacional de las mujeres ocupadas ha aumentado significativamente durante la década y de que tienen una escolaridad superior a la de los hombres, esto no les garantiza más ni mejores empleos en comparación con ellos.

Asimismo, de acuerdo al informe consultado, las mujeres pobres son las que encuentran mayores dificultades para insertarse en el mercado laboral como consecuencia, entre otros factores, de enfrentar mayores obstáculos para delegar las responsabilidades domésticas, en particular el cuidado de los hijos.

De esta manera se observa como socialmente, se refuerza el rol subordinado de las mujeres, consignándolas al trabajo no reconocido, ni económico ni socialmente, en el ámbito privado.

Estos datos desenmascaran la ficción de una situación laboral favorable para las mujeres, y en pie igualdad, supuestamente confirmado con el acceso a la presidencia por parte de Cristina Kirchner o el ingreso de algunas legisladoras a sus bancas. Desde el movimiento de mujeres, la docente Mirta Carrizo opinó que «tanto el gobierno provincial y nacional repiten en sus discursos los términos mujer, género. Pero sólo encontramos en la realidad tímidos programas que no ayudan efectivamente a las mujeres o planes sociales (como el plan familia) que intentan recluir nuevamente a las mujeres en el trabajo domestico. Por esto parecería que la visibilización de la mujer en el discurso oficial no trasciende las palabras».


Orígenes del 8 de Marzo

El origen de esta conmemoración se sitúa en una acción organizada por las mujeres obreras del siglo XIX en reclamo de sus derechos: el 8 de marzo de 1857 de una fábrica textil en Nueva York se declararon en huelga contra las extenuantes jornadas de 12 horas y los salarios miserables. Las manifestantes fueron atacadas por la policía.

En el mes de marzo de 1909, 140 jóvenes murieron calcinadas en una fábrica textil donde trabajaban encerradas en condiciones inhumanas. En ese mismo año, 30.000 obreras textiles neoyorquinas se declararon en huelga y fueron reprimidas. Sin embargo las obreras ganaron la adhesión de amplios sectores de la sociedad.

En 1910, durante el Congreso Internacional de Mujeres Socialistas, Clara Zetkin, propuso el 8 de marzo como Día Internacional de la Mujer Trabajadora, en homenaje a aquellas que llevaron adelante las primeras acciones organizadas de mujeres trabajadoras contra la explotación capitalista.

En 1917, durante la conmemoración de este día en Rusia (febrero, para el calendario ortodoxo), obreras textiles tomaron las calles reclamando pan, paz y libertad, marcando así el inicio de la Revolución Rusa»¦

(Tomado de D’Atri, Andrea, Pan y Rosas, 2004).


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