16/04/2011

Bs As. Domingo 17/4, 18hs.: Encuentro por el Día Mundial de la Lucha Campesina en el espacio el CID

Difundimos la siguiente convocatoria:

El 17 de abril: día mundial de la lucha campesina

Convocatoria

El día 17 de abril gente en todo el globo celebra la lucha de los
campesinos y de los pueblos rurales para sobrevivir y continuar
alimentando al mundo.
Este día conmemora también la muerte de 19 agricultores en Brasil,
asesinados debido a su lucha por la tierra y la dignidad.

En Buenos Aires, la cita es el domingo 17 de abril, en el Espacio de
política y cultura popular el Cid, Angel Gallardo 752, a las 18 hs.

(A una cuadra y media de Parque Centenario)

Programa:

Proyección:

Video de la intervención de Frei Betto en la Cumbre climática de los
Pueblos, en Cochabamba.

Documental Sin Tierra, de Luis Acevedo Fals, sobre el Movimiento Sin

Tierra de Brasil, presentado por Miguel Mirra.

Antes que caiga el último árbol, presentado por Jorge E. Rulli.

Charla: Con Jorge E. Rulli, del GRR/Grupo de Reflexión Rural.

Debate:
Con la participación de los asistentes.

Convocan:
Movimiento de Documentalistas, GRR/Grupo de Reflexión Rural, Centro
Cultural La puerta, Radio La Colectiva.

Declaración:

La agricultura industrial dominante ha fracasado. Las promesas de la
Cumbre Mundial sobre la Alimentación de 1996, reflejadas en el objetivo de
desarrollo del milenio de reducir el hambre para 2015, no van a cumplirse.
En la actualidad el hambre y la inseguridad alimentaria están aumentando.
Unos mil millones de personas padecen hambre, otros mil millones sufren
desnutrición-carencia de importantes vitaminas y minerales-y sin embargo
otros mil millones están sobrealimentados. ¡Un sistema alimentario global
= 3 mil millones de víctimas!

Las políticas alimentarias puestas en práctica durante los últimos 20 años
han perjudicado enormemente a la agricultura campesina, que sin embargo
sigue alimentando a más del 70% de la población mundial.

La tierra, las semillas y el agua se han privatizado y se han cedido a la
agroindustria. Esto ha forzado a los miembros de las comunidades rurales a
emigrar a las ciudades, dejando atrás tierras fértiles, que
son explotadas por multinacionales para producir agrocombustibles, biomasa
o alimentos destinados a los consumidores de los países ricos.

Las políticas neoliberales se basan en la asunción de que la mano
invisible del mercado repartirá el pastel de forma eficaz y justa. Y en
Davos este año, los gobiernos del mundo hablaron de concluir la Ronda de
Doha de la OMC en julio de 2011, precisamente para evitar al mundo futuras
crisis alimentarias recurrentes. En realidad la actual crisis alimentaria,
endémica, muestra que una mayor liberalización de los mercados no ayuda a
alimentar al mundo, sino que acrecienta el hambre y expulsa a los
campesinos de las tierras, de modo que los gobiernos se equivocan.

Lo que ha ocurrido es que los alimentos han entrado de forma masiva en
mercados especulativos, sobre todo desde 2007. En dichos mercados los
productos alimentarios son mercancías en las que los inversores pueden de
pronto depositar o retirar miles de millones, inflando burbujas que
después revientan, diseminando miseria. Los precios de los alimentos son
altos, están fuera del alcance de los consumidores pobres, pero a los
pequeños productores se les pagan precios bajos, haciéndolos cada vez más
pobres. Los grandes comerciantes, los supermercados y los especuladores
continúan engrosando sus beneficios a costa del hambre de otros.

Ha llegado el momento de cambiar radicalmente el sistema alimentario
industrial. La Vía Campesina, movimiento que representa a más de 200
millones de pequeños productores en todo el mundo – hombres y mujeres – propone la soberanía alimentaria como una forma eficaz y justa de
producción y distribución de los alimentos en todas las comunidades, todas
las provincias, todos los países.

Poner en práctica la soberanía alimentaria significa defender la
agricultura a pequeña escala, la agroecología y la producción local en
todo el globo. Requiere que los campesinos tengan acceso a la tierra, al
agua, a las semillas, a créditos y a la educación, protegiéndolos de
importaciones baratas, creando stocks públicos o propiedad de los
campesinos y gestionando la producción.

La soberanía alimentaria supondría dar una forma de sustento a miles de
millones de personas y reduciría la pobreza, que es en su mayor parte un
fenómeno rural. En la actualidad, de los mil cuatrocientos millones de
personas que viven en condiciones de pobreza extrema en los países en
desarrollo, el 75 por ciento viven y trabajan en zonas rurales.

La producción local de los alimentos y la venta directa de los productores
a los consumidores garantiza que los alimentos permanezcan al margen del
juego capitalista del monopolio. Así están menos sometidos a la
especulación. Además, la agricultura sostenible permite la regeneración
del suelo y del medio ambiente, preservando la biodiversidad y la salud
humana. Se adapta mejor al cambio climático y ayuda a frenar el
calentamiento global.



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