10/02/2018

«Estoy 100% seguro de que al cuerpo de Santiago lo plantaron»

dest-6.jpgAriel Garzi, amigo de Santiago Maldonado, conversó con Revista Cítrica y habló de todo: la amistad con el Brujo, las denuncias del Gobierno por supuesto «falso testimonio», la manipulación mediática y la apatía de la Justicia. Por Revista Cítrica | Foto: Viojf.


Hace algo más de seis meses, luego de una brutal represión llevada a cabo por Gendarmería en la Pu Lof en Resistencia de Cushamen, desaparecía Santiago Maldonado. Ariel Garzi había estado en una situación similar, allá por el 10 de enero de 2017. Ariel estaba en su casa, supo por la radio que Gendarmería iba a ingresar a reprimir para liberar las vías de La Trochita (el Viejo Expreso Patagónico). Viajó para acompañar la resistencia. El juez Guido Otranto libró la orden. Gendarmería, GEOF, policía de Chubut, camiones de caballos, y hasta un hidrante conformaron un operativo salvaje, que contó con 250 gendarmes. Los manifestantes eran apenas seis. Hubo balas de goma y de plomo. Ariel fue el primero al que redujeron, con un impacto de bala de goma en la cabeza.

«Recuerdo que cuando ganamos confianza con Santiago, le conté lo que me había pasado en enero. Y no sé si por bronca o por emoción, él se largó a llorar. Estaba totalmente de acuerdo conmigo. Coincidimos enseguida con nuestros pensamientos y sentires, con respecto a los pueblos, a las comunidades», recuerda Ariel, pensando en su propia historia, la de la represión de enero, y ligándola con la del fatídico 1 de agosto. Después, Ariel fue detenido en el penal 14 de Esquel, durante una semana. Le quedó una causa por «atentado a la autoridad». También lo rotularon como «terrorista», «miembro del RAM». Ese enero, Ariel fue a apoyar a la comunidad, de la misma forma en que se acercó Santiago Maldonado, el 1 de agosto.

«A Santiago lo conocí en la feria, y ahí se creó nuestra amistad. El loco pasaba caminando, todos los días. Y paraba ahí, a donde yo armaba mi puesto. Nos quedábamos hablando. Santi sacaba de la mochila unos dibujos que llevaba, que eran los diseños de sus tatuajes, y los exponía. Tomábamos unos mates y nos cagábamos de risa. Así era Santi. Era un buen pibe, ¿me entendés? Tenía muy buenos códigos. Después, a la noche, solíamos encontrarnos en los bares, y nos reíamos un montón. El Brujito tenía una personalidad muy particular. Un personaje genial», rememora Ariel.

-¿Cómo estás transitando estos días en tu vida diaria?

La vengo llevando con un sentimiento de angustia y dolor, a seis meses de que desaparecieron a Santiago. A nivel legal, en lo personal, todo está peor que antes. Ahora, el Ministerio de Seguridad, junto con la diputada (Elisa) Carrió, nos denunciaron penalmente -a los testigos- por «falso testimonio». También estamos esperando una denuncia de Gendarmería, en la cual nos van a denunciar a Matías Santana, a Lucas Pilquimán y a mí, también por «falso testimonio». Así que, van a ser dos denuncias penales. Además, dentro de poco tiempo, tengo que comparecer en el juicio por lo de enero.

-¿Cuál sería tu «falso testimonio»?

En teoría, mi «falso testimonio» fue haber presentado la captura de pantalla de mi celular, con la prueba de la llamada que realicé el 2 de agosto. El Estado se agarra de que, como Santi tenía un número chileno, las antenas chilenas nunca recibieron el impacto. Y por eso dicen que la llamada nunca existió. Pero las antenas nunca la captaron, porque la llamada fue saliente y entrante en Argentina, y no en Chile. La antena de donde salió la llamada fue la de El Bolsón, y la antena que impactó el recibimiento de la llamada fue la de Esquel. Esto fue comprobado por el apoderado de Telefónica (José Luis Pérez Elías, apoderado de Telefónica Móviles Argentina S.A.), quien mandó un documento diciendo que la llamada fue exitosa. El perito Ariel Garbarz (ingeniero en electrónica y en telecomunicaciones, Director del Comsec Lab de la UTN, Perito consultor de la Justicia Federal y Profesor Asociado UBA) también dijo que la llamada fue exitosa. Esto consta en una de las hojas de la causa. Ahí figura el nombre y el número de la antena que recibió la llamada.

-¿Entonces es una manipulación de la información real?

Desde un principio, cuando yo presenté las pruebas de la llamada, desde el Estado se agarraron con el tema de las antenas chilenas, y basaron su relato en eso. Obviamente que todo esto es para ocultar pruebas. Hasta el día de hoy no se realizó la geolocalización del teléfono de Santiago. Y no lo hicieron porque -al hacerlo- se sabría dónde estaba, y quiénes estaban junto a sus pertenencias. Yo dudo que esta denuncia por «falso testimonio» prospere, porque abundan las pruebas a mi favor. Pero la presión y la persecución la hacen igual, los escraches siguen. Les dan pie a todos los fascistas -por llamarlos de alguna manera- para que sigan con sus amenazas. Todos los días me levanto y tengo mensajes de gente molestándome. Nos están persiguiendo de una manera re zarpada. ¿Por qué, en lugar de inventar tantas huevadas, no hacen el trabajo que tienen que hacer? ¿Por qué no hacen la geolocalización y se desmiente todo esto? Esto del «falso testimonio» lo vienen trabajando hace rato, a través de los medios.

-¿A qué medios te referís?

Por ejemplo, recuerdo que hace como dos o tres meses, Nicolás Wiñazki del canal TN (del Grupo Clarín), me dedicó un programa entero a mí. Decía que yo había mentido, que la llamada nunca había existido, que me tenían que enjuiciar por «falso testimonio». Dijo que el 10 de enero yo había estado preso por prender fuego un galpón de La Trochita, cuando todos sabemos que no es así. Están haciendo una novela, una construcción mediática muy alevosa. El tema es que esto es desgastante. Ahora tengo más audiencias, más denuncias penales. Y no son boludeces. Voy a tener que viajar a Esquel, para las audiencias. Encima son con (el juez Guido) Otranto. Porque recaen en él todas estas denuncias. Mi buen amigo Otranto. Esperemos que esto no prospere legalmente, y que no me quiera meter en cana de nuevo.

-¿Cómo son las amenazas que recibís?

No le doy demasiada entidad. Son personas que, lamentablemente, se creen todas las pavadas que largan de parte del Estado y los medios hegemónicos de comunicación. Es toda una tarea psicológica la que están haciendo, y la gente se la cree. Cuando encontraron a Santiago, estuvieron como dos meses mandándome fotos del cuerpo y diciéndome que iba a terminar igual que él; que yo era «un indio de mierda» o que voy «a terminar preso»; o «a terminar muerto igual que el hippie roñoso» de mi amigo. Y todas esas boludeces.

-¿Qué sentís con respecto a Santiago y el devenir de los hechos?

Estoy dolido, porque desde que se encontró el cuerpo de Santi, siento que la gente se opacó. Se quedaron callados. Y eso me provoca un sentimiento de tristeza muy grande. También estoy un poco sorprendido de que ya hayan pasado 6 meses. Siento que todo fue muy rápido. Creo que es por toda la locura que se generó, y que uno no toma noción y conciencia del tiempo. Siento una mezcla de angustia, dolor, bronca, tristeza, porque estamos peor que antes a nivel legal. También siento que mucha gente está permitiéndose creer todas las mentiras que surgen de parte del Estado. Lo ascendieron a (Emmanuel) Echazú, siendo el único gendarme imputado en la causa. Lo premiaron. Ahora pidió el traslado para el norte. Con todas estas cosas, lo único que uno puede sentir es bronca y tristeza.

Las multidenuncias por falso testimonio por parte del Estado nacional son ocho, y llegan impulsadas -principalmente- por la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, y la legisladora oficialista Elisa Carrió. Recayeron sobre Matías Santana, Claudina y Ailinco Pilquimán, Soraya Guitart, Adriana Baigorria, Andrea Millañanco, Lucas Pilquimán, y Ariel Garzi. «Hay que recordar que la diputada Carrió es la misma que dijo que había un 20% de posibilidades de que Santiago estuviese en Chile, con el RIM. ¿No fue falso testimonio eso? ¿No fue brindar información incorrecta? Me pregunto por qué no se la juzga a ella también. ¿Y (Patricia) Bullrich? Dijo que nosotros éramos ‘miembros de la RAM, financiados por Isis’. Esas también son mentiras. ¿Por qué no se la juzga a ella?», se pregunta Ariel.

-¿Dónde estabas cuando apareció el cuerpo de Santiago?

Estaba arriba de un colectivo, viajando desde El Bolsón para Bariloche, en el control de Gendarmería de Villegas. Uno de los abogados me mandó la foto del cuerpo, para que lo reconozca. Imaginate lo que sentí en ese momento, viendo la foto del cuerpo de mi amigo, al mismo tiempo que -a través de la ventanilla- miraba a los gendarmes. Fue una sensación de mucha impotencia y mucha rabia.

-¿Qué pensás sobre la aparición del cuerpo?

Estoy 100% seguro de que al cuerpo de Santiago lo plantaron, días antes de las elecciones, para que la gente que todavía tenía un poco de dudas, termine por convencerse de que Gendarmería y el Estado no tuvieron nada que ver con la desaparición. Fue una maniobra. Me dio mucha impotencia ver cómo jugaron con Santiago. ¿Dónde lo tuvieron 78 días al cuerpo? No estuvo sumergido. Esto mismo lo dijo Sergio Maldonado. El documento de Santiago estaba intacto, al igual que los billetes que tenía en el bolsillo, y sus huellas digitales estaban intactas. Si el cuerpo hubiese permanecido 78 días en el agua, nada de esto que te nombro hubiese estado intacto. A Santiago lo plantaron, lo devolvieron ahí. Esperaron el momento oportuno para hacerlo, y lo tiraron al río de una manera muy inhumana.

-¿Su aparición fue sorpresiva para vos?

Sorpresa no es la palabra. Lo que me dio fue mucha impotencia. Porque yo sé que ellos tuvieron el cuerpo de Santiago durante todos esos días. ¿Cómo lo tuvieron? Eso no lo sé. No sé si lo tuvieron en un lugar similar a un frigorífico, o si lo ahogaron como método de tortura en algún piletón, o si estuvo en el mismo terreno de Benetton. No lo sé. Lo que sí sé es que son nefastos. El mismo río (Chubut) que pasa por la Pu Lof es el que pasa por el terreno de Benetton. Imaginate lo que fue estar de duelo durante 78 días sin saber qué carajo hicieron con tu amigo, y que -de un día para el otro- te empiecen a llover fotos del cuerpo. Es una sensación de mierda, de mucho dolor, que hasta el día de hoy me sigue doliendo, y se me cruzan un montón de emociones.

-¿Te sentís un poco solo en esta lucha que estás llevando a nivel judicial?

Sí. por eso es que, con el tema del ataque que estamos sufriendo los testigos por parte del Estado, en referencia a las denuncias de «falso testimonio», yo le pido a las diferentes organizaciones que aún no se hayan manifestado al respecto, que lo hagan. Que no nos dejen solos e invisibilizados. El Estado quiere tergiversar la causa, darla vuelta, y limpiarse. Y tiene todas las herramientas: la Justicia hace lo que el poder Ejecutivo quiere, y el mensaje está a cargo de los medios de comunicación. Llegás a tu casa, prendés la tele, y ahí te mienten. Te cuentan una sola versión, y muchas veces, en todos los canales. Y la gente lo cree, no cuestiona nada. Por eso necesitamos comunicarnos, que nos escuchen, y que pensemos entre todos y todas juntxs.

-¿Sentís que se apaciguó el clamor popular por justicia ante la desaparición forzada seguida de muerte de Santiago?

Veo que -lamentablemente- mucha gente se ha dejado manipular. Puede sonar medio chocante lo que voy a decir, pero pareciera que lo que ocurrió con Santi «pasó de moda». Lo cierto es que nunca más nadie salió a la calle desde que apareció el cuerpo de Santiago. Y si se han hecho marchas, han sido muy pequeñas. Me pregunto: ¿a dónde está toda la gente que salía cuando se cumplió el primer mes o el segundo? ¿Dónde está toda la gente que marchó en Buenos Aires? Creo que se dejaron ganar por el miedo. Porque la gente salía a la calle, a marchar, y al día siguiente aparecían cinco colectivos de Gendarmería, llenos de efectivos, y ¡vaya qué son efectivos! Saben disparar y encarcelar, en complicidad con jueces, fiscales y funcionarios públicos. O sea, el aparato del Estado -supuestamente- debería responder al pueblo. ¿Y qué pasa con eso? ¿Con nuestros impuestos compran balas para reprimirnos y nos encarcelan por protestar por cosas justas, por el avance sobre nuestros propios derechos? Creo que, inconscientemente, se les fue metiendo ese miedo a la represión. Todos vimos la represión que hubo en Buenos Aires, y todos sabemos cómo es. Lamentablemente, este Gobierno es tan cínico, que sabe jugarla muy bien desde ese lado. Psicopatea la gente de una manera muy fuerte, con discursos lindos o alegres, casi parroquiales. Y además están los medios hegemónicos de comunicación que, desde que se encontró el cuerpo, lo único que hicieron fue atacar a los testigos. Dijeron que Gendarmería y el Estado no tuvieron nada que ver, que el cuerpo apareció en la Comunidad.

-¿Qué le dirías a quienes marcharon en aquellas manifestaciones multitudinarias?

Les pediría que no se dejen ganar por el miedo. Que lo de Santiago no está resuelto, ni mucho menos. Con la aparición del cuerpo no se resolvió nada. Es como dice Sergio Maldonado: «Ahora hay muchísimas más preguntas que antes». ¿Dónde estuvo el cuerpo? ¿Por qué no lo encontraron en ninguno de los rastrillajes anteriores? No te olvides que Otranto, mientras estuvo en la causa, llevó a cabo el rastrillaje más grande de la historia argentina. Hasta helicópteros tenían. Y no pudieron encontrar un cuerpo a 500 metros de la entrada de la Pu Lof. Nos toman por muy pelotudos. Y hay gente que -lamentablemente- se cree esa mentira. Por eso les pido que no se callen, que no se acostumbren. ¡Después de lo de Santiago, mataron a Rafael (Nahuel)! ¡Por la espalda! Fue uno de Prefectura que le disparó, con la ametralladora, por la espalda, y nadie salió a pedir justicia por eso. Y después, encima, aparece el Presidente, en Rusia, dejándonos como si fuésemos boludos. Y se la pasa hablando de fútbol y de Messi, y muchos lo aplauden.

-Y todo pareciera que se mezcla.

Es que toda esta realidad produce una mezcla de pensamientos y sensaciones que son muy fuertes. Sin embargo, lo mejor que podemos hacer, es transmitirle a la gente que no se quede en el molde, y que no se dejen asustar. Como dice un dicho, «somos más pueblo que milicos». Entonces, yo creo que el grito debería oírse más fuerte que nunca. Y además, repetir el pedido de apoyo. Porque siento que, tanto a la familia de Santi como a los testigos, nos han soltado la mano, desde un montón de lugares. O, en todo caso, ese apoyo se apaciguó. Y esto es lo que el Gobierno quiere. Quieren darnos y darnos fuerte, hasta que en algún momento digamos: «Bueno, listo loco, aflojemos un poco, porque ya no aguantamos tantos golpes». Y para mí es al contrario, es cuando más fuerte y unidos debemos estar.



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