22/04/2007

«No se olvida»

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Hace 35 años eran asesinados Luis Martirena y su esposa Ivette. Las autoridades uruguayas no dudaron, en ese momento, en calificar la matanza como un enfrentamiento. Pero aún hoy, con el Frente Amplio en el poder, no se recuerda a la pareja acribillada el 14 de abril; mientras desde el Gobierno se planea reparar a las familias de los militares caídos, en lo que algunos llaman, la «lucha contra la sedición».


El 14 de abril de 1972, Ana Martirena y sus primos almorzaban – como era habitual- en la casa de la calle Amazonas del barrio de Malvín. Graciela Martirena había llamado a las 13.30 desde la oficina para saber cómo estaban los chicos. «Mirá, quedate tranquila: Ya comieron y se fueron para el colegio. Está todo bien», había escuchado de su cuñada Ivette Giménez.

Diez minutos más tarde, Graciela recibía el llamado de un vecino que le pedía verla porque tenía que comunicarle algo. Al cortar la comunicación, la llamaba su hermano menor: «Hubo tiros en lo de Coco (Luis) y parece que hay heridos. Yo traté de pasar y no me dejaron. Está toda la manzana rodeada de milicos».

Como un rompecabezas, Graciela iba reconstruyendo lo que había pasado. Mientras su hermano menor iba a buscar a los chicos al colegio, el teléfono volvía a sonar. «Mi marido, que estaba en la Marina, me llamó para decirme que uno de los muertos era mi hermano. No sabíamos quién era el otro muerto. Yo deseaba que- por favor- no fuera mi cuñada». La confirmación llegaba desde el Palacio Legislativo: la otra asesinada era Ivette.

La pareja, que estaba desarmada, había sido asesinada a sangre fría en su casa, a minutos de que Ana- la hija menor de Luis e Ivette- y los hijos de Graciela se hubieran marchado hacia el colegio. Al día siguiente, Graciela le comunicó la noticia a Ana y desde ese momento se hizo cargo de sus dos sobrinas, Ana y Laura. «Nos quedamos en el país. Mandamos a los chiquilines al mismo colegio. Había gente que ni sabía que no eran mis hijas».

Las autoridades no dudaron en caratular la masacre como un «enfrentamiento». Sin embargo, la matanza quedó retratada en la película Estado de sitio , que estrenó meses después de los homicidios el director Costa Gavras, gracias a la información recibida del Ángel Benítez Segovia, un policía de la Dirección Nacional de Información e Inteligencia, quien- en realidad- era un militante tupamaro.

También, fueron testigos de la matanza dos dirigentes tupamaros que estaban escondidos en la casa del barrio de Malvin. «En lo de mi hermano estaba en un berretín arriba toda la información del MLN. Y había dos tupamaros – David Cámpora y Eleuterio Fernández Huidobro- que sintieron la entrada de los policías, cuanda mataron a mis hermanos, escucharon todo, todo», relata Graciela.

«Yo creo que ellos tendrían que haber hecho desaparecer esa información. Inmediatamente después caen todos: Cae Raúl Sendic, cae la cárcel del pueblo», explica. «Entonces, quiere decir que hubo algo que no estuvo bien hecho», sostiene la hermana de Martirena, quien ha intentado que el MLN Tupamaro les rindiera un homenaje a su hermano y a su cuñada, quienes fueron asesinados antes de que desatara la dictadura en el Uruguay.

Este 14 de abril se cumplió un nuevo aniversario de los asesinatos. Graciela decidió pasarlo en la Argentina. «Todo el mundo me dice: ‘Tenés que mirar hacia delante, hacia el futuro’. Pero qué futuro o qué presente», se interpela. «Esto no se olvida», sentencia.

LA DICTADURA, LA DEMOCRACIA Y EL DÍA DEL NUNCA MÁS

El 27 de junio de 1973 se iniciaba la dictadura en Uruguay que se extendería hasta 1985, cuyo saldo serían 175 desaparecidos. En 1986, llegaba la Ley de Caducidad que amnistiaba a los militares acusados de secuestrar, asesinar y desaparecer durante la dictadura y que era ratificada en 1989 por un plebiscito.
Sin embargo, con la llegada del Frente Amplio al gobierno nacional parecía que el tiempo de la desmemoria llegaba a su fin.

Pero meses atrás, Tabaré Vázquez anunciaba su intención de declarar el 19 de junio como el «Día del Nunca más». Desde el Ejecutivo se intentaba, de todas formas, aclarar que éste no sería un punto final en las investigaciones . «Hace muy poquito que se produce un quiebre con el Frente Amplio. El año pasado se buscaron los cuerpos, se trabajó. Lo que pasa también es que los milicos no largan información», se lamenta Graciela Martirena.

El 26 de marzo pasado el Presidente uruguayo hacía suyo un proyecto de ley elaborado por el diputado Daniel García Pintos. «Estuvo en la dictadura, era de Palo y Palo, es un fascista», explica Graciela la procedencia del legislador que impulsa la promulgación de la ley de reparación. Quedaba planteada así la indemnización a las «víctimas de la sedición». Según este proyecto, se les otorgaría 150 mil dólares a familiares de 66 militares que participaron de la represión a los tupamaros y a 26 familias de desaparecidos. Una vez más, volvía a salir a escena la teoría de los dos demonios.

«Yo no sé Tabaré en qué está pensando, ya con el solo hecho de aceptar el proyecto de Palo y Palo», se pregunta. «Me parece que voté equivocada, que llegamos al poder y que hay algo que no está funcionando».

El interrogante que plantea Graciela es el mismo que debe acosar a los cientos de familiares de asesinados y desaparecidos frente a estos proyectos que impulsa el gobierno uruguayo: «¿Nunca más qué? ¿Y por qué hay que reparar a los familiares de los que estuvieron en el ejército o en el escuadrón de la muerte?».



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