12/11/2017

Falleció Nilda Eloy, referente de la lucha por los Derechos Humanos

1493743005921.jpgHoy por la mañana murió Nilda Eloy, sobreviviente de la última dictadura cívico-militar argentina. Fue secuestrada el 1° de octubre de 1976 en la casa de sus padres en La Plata y, tras recorrer varios centros clandestinos de detención, fue liberada en 1978. Integraba la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos y fue testigo clave en el juicio contra Miguel Etchecolatz. Hoy, a las 13:00hs, organismos de DDHH y un amplio marco de organizaciones realizará un acto en ATE, calle 8 entre 55 y 56 de La Plata, para despedirla. Por ANRed.


«Fui secuestrada el 1° de Octubre de 1976, de la casa de mis padres, donde vivía, en la ciudad de La Plata. En el momento del secuestro yo dormía en la habitación que compartía con mi hermana. Se escuchó un ruido terrible cuando abrieron la puerta. Era un grupo de más de 20 personas al mando de Etchecolatz, a quien reconozco años más tarde al verlo por televisión. Preguntaron por Jorge Falcone, dando por sentado que era mi marido, revolvieron todo y me llevaron a borde de un Dodge 1500 color celeste. Después de haber andado durante aproximadamente media hora, me hicieron bajar y caminar por una vereda angosta, de baldosas. Bajamos pocos escalones, me tiraron en el piso, luego me llevaron a otra habitación, me hicieron desnudar y acostarme sobre un elástico al que me ataron. Comenzaron después a torturarme con picana y golpes. Cuando todo había terminado, escuché como que pasaban a otro lado y reconocí la voz de uno de ellos (Osvaldo Lara, Oficial de Policía de la Provincia de Buenos Aires), quien era amigo de mi madre y de su familia desde su infancia. Como una estúpida, le pedí ayuda y todo volvió a empezar de nuevo como en una pesadilla”, así relataba Nilda el inicio del infierno de su detención, que comenzó en el Centro de Detención Clandestino La Cacha. Allí la interrogó en más de una oportunidad el genocida Miguel Etchecolatz.

Entre el 3 y 4 de octubre fue trasladada hacia otro Centro de Detención Clandestino: el Pozo de Quilmes. Durante el traslado recordaba que «nos hicieron un simulacro de fusilamiento en un lugar que, por la distancia recorrida y el olor a pasto, supusimos que era el Parque Pereyra Iraola: nos bajaron de a grupos, nos obligaron a arrodillarnos en el suelo y nos gatillaron con un arma descargada en la nuca”.

En el Pozo de Quilmes, Nilda convivió con chicas que tenían entre 13 y 14 años, todas secuestradas durante la Noche de los Lápices. «De ellas recuerdo a Emilce Moller, y supe que en otro piso estaba Claudia Falcone, aun con vida”, rememoraba.

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A los tres días fue trasladada al Pozo de Arana y, el 13 de octubre, al Vesubio, Centro de Detención Clandestino ubicado en Banfield.

Nuevamente será llevada a otro Centro el 31 de octubre: El Infierno, denominado así por los represores. «Ustedes están en El Infierno. De aquí no se sale”, le decían a los presos, cuya mayoría eran obreros de distintas fábricas del Gran Buenos Aires. Nilda daba testimonio de los tormentos: «Allí permanecíamos todo el tiempo con las manos atadas atrás, tabicados, encapuchados, y en ocasiones, según la guardia, con los pies también atados”. En un momento, Nilda fue la única mujer con permanencia estable en el Infierno: «El hecho de ser la única mujer con permanencia estable en el lugar, era aprovechado por los interrogadores para torturarme con el fin de escuchar gritos de mujer. Así me lo hacían saber. Les hacían creer a los otros detenidos que mis gritos eran de sus madres, hermanas o hijas, como otra forma de tormento. Los tipos de tortura, vejámenes que padecí en aquel centro, son algo de lo cual no puedo aun comentar en su totalidad”.

«El Infierno funcionaba como destino final de prisioneros -refería Nilda- Era común que sacaran grupos de 4 a 5 detenidos para lavarlos y vestirlos, supuestamente para luego liberarlos. En realidad, se los fusilaba y después hacían aparecer el hecho como un «˜enfrentamiento entre fuerzas de seguridad y guerrilleros»™. Cuando la patota regresaba de dicho operativo, hacían comentarios irónicos al respecto, para enterarnos de lo realmente ocurrido. Durante el rito macabro de preparación de los prisioneros, los represores observaban que estuvieran aseados, peinados, prolijos. Así, sabíamos que cuando esto sucedía, venía la muerte”.

El 31 de diciembre de 1976, Nilda, junto con Horacio Matoso, fueron trasladados a la Comisaría 3ra. de Lanús. «El Comisario de dicha Seccional se apiadó de nosotros y ordenó que nos llevaran con los detenidos que ya estaban allí. Ordenó también que nos quitaran las capuchas y tabiques y envió a alguien en busca de una balanza para pesarnos. Horacio Matoso había perdido 25 kg y yo, de 49 kg. que pesaba, tenía 29 kg. No podía caminar por mis propios medios ni mantenerme en pie, y ante la luz no veía. Tuve que aprender poco a poco, todo de nuevo: a escribir, caminar, leer correctamente, a dormir en un colchón. Allí tuve por primera vez desde mi secuestro, contacto con mi familia, aunque los detenidos permanecíamos allí en forma ilegal”.

En agosto de 1977 Nilda fue trasladada a la Cárcel de Devoto a disposición del Poder Ejecutivo Nacional. A fines de noviembre de 1978, fue liberaba.

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Su testimonio fue clave en la causa contra Miguel Etchecolatz. Tras el secuestro y desaparición de Jorge Julio López, otro testigo clave contra el genocida, Nilda fue emblema nuevamente del Nunca Más, luchando activamente por la aparición con vida de López.

Nilda batallaba contra una enfermedad que se la llevó esta mañana a los 60 años. Integraba la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos, quienes la despidieron con estas palabras: «Nos quedamos con su coraje y su compromiso, y la llevaremos junto a Adriana y Cachito, y los 30000, allá a la utopía, a la victoria contra los malditos. HLVS”.

Desde las 13:00 hasta las 20:00, sus restos serán velados en ATE provincia, calle 8 entre 55 y 56 de La Plata.



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