15/10/2017

Madres

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Entre las miles de madres a quién podría dedicarle estas líneas hoy elijo a Cristina, mamá de Sergio Filiberto; Silvia, mamá de Fernando Latorre; Flavia, mamá de Alan Córdoba; Jorgelina, mamá de Federico Perrota; Alejandra, mamá de Juan José Cabrera; Alicia, González, mamá de Franco Pizarro y Carmenza, mamá de Jhon Claros. Los pibes – que tenían entre 18 de 27 años-, fueron asesinados con alevosía por la Policía Bonaerense , el pasado 2 de marzo, en la Comisaría 1° de Pergamino, donde funcionó en campo de concentración durante la tiranía cívico-militar. Por Oscar Castelnovo (Agencia Para La Libertad).


Madres, hoy no les puedo decir «feliz día», porque sé que estas fechas hacen más intenso el dolor. Pero sí puedo decirles que las quiero mucho, aún antes de conocerlas. Y mucho más, después de haberlo hecho. Puedo mandarles el más fuerte de mis abrazos con todo el corazón.

Puedo decirles que existimos los que no nos rendimos ni nos resignamos. Los 5100 pibes que sucumbieron bajo las balas o la tortura en sitios de encierro, desde el inicio de la etapa constitucional hasta el presente, son el blanco elegido por éste sistema porque «no encajan» en el capitalismo de este tiempo. Como «no encajaban» los pueblos originarios masacrados por Roca en el diseño de la nueva sociedad. Como «no encajaban» lxs revolucionarixs detenidos-desaparecidos por la dictadura. Con ellos vivos, no hubiera sido posible construir este inmundicia basada en la injusticia y el despojo.

Pergamino posee una las tierras más ricas de la Argentina y es un bella ciudad. Lástima grande que ante el hecho atroz, hay una mayoría de su sociedad que es indiferente. Otra parte que agrede a las madres: «7 chorros menos», es una de las hijaputeces que les escribieron en las redes; y, también, jóvenes y no tan jóvenes, que a pie firme las acompañan con coraje y son el motor de la lucha.
Cómo se sabe, los pibes no debieron estar encerrados en esos calabozos de mala muerte. Había disposiciones legales que lo prohibían expresamente. Mucho menos debieron ser ejecutados, en la Argentina no hay pena de muerte.

Las madres de Pergamino son un ejemplo ético gigantesco, en un país donde el desarme moral, la derrota axiológica y cultural, trastocó todos valores y, por eso es que la vida -de los pobres- no vale nada para los dueños del poder y de todas las otras cosas. Llámese jueces o casta política. El tiempo y nuestra batalla harán posible dar vuelta esta tortilla.

Queridas madres de Pergamino, realmente se me hizo imposible no quererlas tanto y creo con Guevara que «el presente es lucha, el futuro es nuestro». Que así sea.



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