02/10/2016

«Nos mostraron cuan salvajes pueden ser: tiraron a matar»

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En marzo del 2013, la policía Metropolitana -con apoyo de la Federal- realizó una feroz represión en las inmediaciones de la Sala Alberdi. Hubo personas detenidas, decenas de heridos por balas de goma y gases lacrimógenos. Tres personas resultaron heridas con bala de plomo; entre ellas: dos periodistas de la Red Nacional de Medios Alternativos (RNMA). De cara al juicio que comenzará el 9 y 11 de noviembre, ANRed entrevista a nuestro compañero fotógrafo, Esteban Ruffa, quien aún tiene alojada en su pierna una bala de plomo producto de la represión de aquella noche. Por ANRed


¿Que recordás de aquel 12 de marzo de 2013?

Esteban Ruffa: La tarde del 12 de marzo de 2013 me encontré en mi casa, leyendo unos artículos que hablaban de la Ley de Medios Audiovisuales, y de un momento a otro comienzan a caer pedidos de solidaridad a través de las redes sociales desde el espacio-acampe de la Sala Alberdi. Recordemos que estaban acampando desde enero de 2013 como medida de protesta frente a la posibilidad de desalojar el espacio de la Sala Alberdi que funcionaba en el Centro Cultural San Martín, en la ciudad de Buenos Aires, y que como profundización de las políticas de gestión del macrismo, en ese entonces muchos espacios culturales estaban en alerta por los continuos aprietes, desalojos y clausuras de la que eran objeto esos espacios de autogestión y lucha.

Ese día, frente a los pedidos de solidaridad, coordinamos con compañeros de la Agencia de Noticias Redacción para acudir a dicho espacio, que ya sabíamos, en ese momento, se estaba desalojando la llamada plaza seca, donde estaban la mayoría de las carpas, anafes, y otros elementos que permitieron sostener esa medida de lucha por casi tres meses.

Siendo las 21hs. Llegamos al lugar dos compañeros de ANRed y otros de DTL!, ambos colectivos pertenecientes a la RNMA (Red Nacional de Medios Alternativos).
Recuerdo la calma, la enorme presencia policial de la Metropolitana, con sus armas y equipos sacadas de una película de ciencia ficción, como preparados para una guerra. Un delirio. Estando en Corrientes y Paraná, sentado en un cordón, llegando las 23.30, comienzan los disparos a escucharse disparos, muchos, y escuchamos gritos. Al rato vemos que desde Montevideo hacia Corrientes viene un grueso de los talleristas, docentes, estudiantes, escapando de la represión.

La policía avanza a los tiros, sin medir consecuencias ni escatimar en nada (en ese momento veo como desde los teatros de la zona sale gente que terminaba de ver alguna obra, otros con bolsas de mercado que venían de comprar algo»¦) en fin, Corrientes, entre Paraná y Montevideo, se transformó en el gran show represivo de la Metropolitana.

Comienzo a sacar fotos. Me apoyo en una persiana. Al costado tengo un puesto de diarios. Hago dos fotos. Comienzo a retroceder, ya que la policía avanza salvajemente, tirando tiros como nunca. Giro hacia la esquina de Paraná y casi llegando, siento un golpe en la pierna izquierda. Comienzo a saltar. El dolor es muy intenso, y recorre toda mi pierna hasta la cintura. Me caigo en la esquina de Paraná y Corrientes.

Recuerdo como la Metropolitana seguía tirando. Todo salvajemente. Siguen avanzando. Me ayudan y corremos casi cuatro cuadras. La policía sigue tirando. Estaban sacados.

Al llegar al Obelisco viene una ambulancia del SAME y me lleva junto a otro herido (Mario Fumaroni) a la guardia del Argerich. Ahí nos sacan placas. Nos acuestan en una camilla. Y nos dicen que tenemos impactos de arma de fuego. A Mario le sacan una esquirla. A mí me detectan en la placa una bala de plomo, incrustada en el hueso. No lo podía creer.

¿Cómo continuo tu vida luego de la represión en la Sala Alberdi?

E.R: Mi vida continúo como pudo, con los avatares que demandan regulares estudios médicos para ver que no existan complicaciones o desplazamientos del material que aún tengo en la pierna. Tuve que dejar de ir al trabajo por un mes (soy docente).

Es todo muy complicado. Nunca te imaginás que podés ser víctima de las balas policiales, del abuso, de la represión en un desalojo que no ameritaba una respuesta de esas características por parte del Estado y de las fuerzas represivas. Nos dieron con todo, y dispararon para todos lados. Lo llamativo es como tiraron a aquellos que estábamos registrando con cámaras fotográficas y filmadoras. Estuvo todo planificado para evitar que tuviera difusión. La orden fue clara. Los canas cumplieron con su papel. Tiraron a quienes se manifestaban, a la gente que pasaba por ahí, a los que estábamos registrando la represión.

¿Qué secuelas físicas y emocionales te produjo haber sido atacado y lesionado por la policía?

E.R: Recuerdo estar ese mes dentro de mi casa. No quería salir, no tenía ganas de nada. Me dolía la pierna muchísimo. Estuve haciéndome muchos estudios, viendo la parte arterial, el hueso afectado. Nadie desde el Estado se comunicó con mi familia ni conmigo. Estuvimos acompañados por los compañeros que hacen comunicación alternativa, comunitaria y popular. Recibí mucha solidaridad de los compañeros y compañeras de la RNMA, y de otras redes, que nos fueron convocando a entrevistas, charlas, y a sus espacios para contar lo que habíamos vivido y como fueron los hechos.

Por qué te decidiste llevar adelante esta demanda? Imagino no debe ser nada fácil sentar en el banquillo de los acusados a la policía.

E.R: En realidad, la demanda surge por una obligación moral y concreta de llevar adelante todos los procesos legales necesarios para dar con un cachito de justicia respecto a los hechos que tuvimos que vivir, y a todo el proceso traumático que nos implicó la recuperación de las heridas que nos provocaron los disparos de la Metropolitana.

Había que hacerlo. No queda otra. Es lo que corresponde hacer. Acá hubo un abuso desmedido por parte del Estado de la Ciudad de Buenos Aires. Hay responsables políticos, funcionarios que deben hacerse cargo. Y claro, hoy gozan de la mayor impunidad posible: fueron elegidos nuevamente, y ahora están en todos los niveles de la administración pública.

Además, el agravante es que nos atacaron por la espalda, con la frialdad que caracteriza a esta fuerza represiva. Y dirigieron las balas de plomo contra un grupo de compañeros que estábamos trabajando, registrando con nuestras armas, las cámaras y los teléfonos, todo lo que estaba sucediendo. Nos podrían haber matado, a nosotros, o a cualquiera de los manifestantes que estaban esa noche defendiendo la Sala, o a cualquiera que pasara por allí esa noche. Nos mostraron cual salvajes pueden ser cuando las directivas de los encargados del operativo son reprimir, disparar con plomo. Tiraron a matar.

¿Que expectativas tenes sobre el juicio?

E.R: Espero que de todo ese proceso de lucha que fue la autogestión, la toma y el sostenimiento del acampe, la resistencia, y el trabajo colectivo que se estableció con los medios comunitarios que estuvimos acompañando ese proceso autogestivo, surga algo que nos permita identificar que el sistema a veces nos muestra intersticios para romper con lo establecido, con lo represivo: un poco de justicia, llevando a juicio a los representantes del Estado que esa noche decidieron, accionaron y se animaron tirar a matar. Espero que de toda esa lucha podamos, a partir de lo que nos pasó, fortalecernos como comunicadores populares que acompañamos y que somos parte de esas luchas. A este juicio no llego sólo, estoy acompañado muy de cerca por muchos compañeros y compañeras, incluso a muchos no los conozco, que fueron el apoyo vital para avanzar en ese sentido. Tengo a mi familia y a mis amigos acompañándome en esto.

Sea cual sea el veredicto final: ¿que importancia tiene para vos, este juicio? No solo como damnificado sino como integrante se un medio popular alternativo Y ¿para el campo polular?

E.R: Este juicio se convierte en un capítulo más de la lucha que llevan los medios comunitarios, alternativos y populares por su reconocimiento, como elementos vitales de las luchas de los sectores populares, ya que nos reconocemos como parte de esas luchas. Nuestro laburo tiene objetivos claros y gracias a esa claridad, podemos acompañar y seguir avanzando en la autogestión de medios comunitarios que de voz a los sectores invisibilizados de una sociedad dividida en clases sociales. Este juicio abre otra brecha hacia la posibilidad de eliminar en algún punto de nuestra historia la explotación y la desigualdad de la que somos víctimas los sectores vulnerables de la sociedad, nos permite fortalecernos como sector y avanzar hacia objetivos conjuntos, articulando con otras organizaciones y tejiendo lazos que permiten desarrollarnos.

Es otra lucha mas. Y nos tiene, en este caso, como protagonistas directos, a los medios comunitarios, a las organizaciones de base y a los espacios culturales autogestivos.



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