22/05/2016

«La calle larga”: un centro cultural que va por el fuego

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El centro cultural «La calle larga”, con una historia de 27 años en el partido de Avellaneda, es un espacio colectivo donde se aspira a divulgar y producir cultura, que va por más en este 2016 e incorpora a sus múltiples talleres y eventos el debate por el Bicentenario de la Independencia. En este sitio, las ideas, cimiento de cualquier actividad, se vuelven fuego, y la cultura, su campo de acción, territorio de lucha. Por Yamila Belén Martínez Pandiani, para ANRed.


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Para divisar la «La calle larga” no hace falta hacer mucho esfuerzo: en la esquina de las calles Laprida y Estrada en el partido de Avellaneda, podemos ver en sus paredes un mural, esfuerzo y éxito colectivo de todos aquellos que participan del centro, que lo delata a metros de distancia. Este centro cultural fundado el 16 de junio de 1989 por 7 jóvenes que tomó su nombre de la extensa avenida Mitre que une el amplio partido de Avellaneda con lo que antes era visto como las lejanías de la ciudad, dedica su existencia a promover, producir y divulgar la cultura en sus múltiples manifestaciones: música, teatro, literatura y pintura, no están diferenciadas para este colectivo que busca, como una versión moderna, plural y argenta de Prometeo, alcanzar el fuego del arte a todo aquel dispuesto.

Los integrantes de «La calle larga” saben con claridad que en materia de cultura hay dos fuegos: uno destructivo, el de la censura y la destrucción en sí misma, y otro positivo, el de la potencialidad, de la pasión que vibra en algunos cuerpos cuando están frente a un fenómeno como el del arte, no sólo mueve el cuerpo sino también al alma. Ese último fuego es el que esta gente busca con honor transmitir a otros a partir de sus festivales, intervenciones artísticas, ciclos de poesía, talleres de literatura, de teatro y de música y construcción de instrumentos para chicos.

En 1989, los 7 jóvenes fundadores -de los cuales tuve el gusto de conocer al amable Humberto Lio en la entrevista- hicieron una proclama, casi podríamos decir manifiesto político-estético, en definitiva, declaración de principios del centro que sigue viva hasta el día de hoy, que reza: «(«¦) desde la entraña y el corazón de los pueblos, signados por sus condiciones concretas de existencia, surge otra cultura que, observando en la memoria popular, busca afirmar lo propio para valorarlo y así contribuir a reencontrarse con su propia identidad como pueblo y nación”: ese es el eje sobre el cual se construye todo evento en «La calle larga” a la búsqueda de «echar raíces”, de «generar los valores culturales que lo permitan” y «convertirse en [los] ojos y oídos” del pueblo de Avellaneda, para que no sólo unos pocos afortunados sino también los que no tienen voz puedan expresarse, ya que entienden, con una nobleza que conmueve, que sin una cultura con fuertes raíces no hay cambio estructural que pueda efectivizarse.

En el marco del Día de la Mujer Trabajadora, un 8 de marzo pasado, en «La calle larga” presentaron una obra llamada «Vamos por el fuego” que «recuerda y trae a la vida”, como observaron con lucidez en nuestra entrevista Verónica Paiva y Martín Casalongue, a esas 129 obreras que murieron en la fábrica Cotton en 1908 en Nueva York: es en este sentido clásico procedimiento de «La calle larga” que busca permanentemente, desde distintos lugares y perspectivas, traer determinados sucesos históricos al plano de lo actual, para que encontremos una pizca más de sentido a los fenómenos que nos rodean en la historia que nos es contemporánea, y así, lograr que nos quitemos de encima las telarañas del tedio y la inmovilidad: para que empecemos a movernos un poco más en defensa de lo que es nuestro.

Como en ese caso, donde lo que se busca es que las mujeres de hoy se vean reflejadas en ellas y tengan presentes sus reclamos para entender los reclamos por los que luchamos hoy, de cara al Bicentenario este centro planea un evento e indaga en cuestiones que vienen incluso de antes y se entierran en las bases sobre las cuales se erigió nuestra nación: ellos se cuestionan, ¿por qué hubo necesidad de una independencia en 1816? Lo que se buscaba, ¿lo vemos hoy realizado? ¿Necesitamos una segunda independencia? El fuego positivo que arde en el centro, la llama del deseo de progresar, de la acción y del pensamiento busca salir de las paredes del centro para transformar un «fuego de muerte” como el de la inmovilidad social y la indiferencia en fuego de vida y participación ciudadana.

Hay dos fuegos: uno destructivo y otro positivo, en este último reside el potencial para hacer de este un mundo mejor. En este mundo hay dos culturas, ambas reflejo de una lucha de clases que parece nunca termina, que nos instan a pensar que el único camino hacia el progreso es el de la defensa activa, el de mantenerse en movimiento: en «La calle larga” tienen el fuego, ellos portan la herramienta para hacer de la lucha por una cultura de la diversidad un éxito, y a un mismo tiempo, van por el fuego, desde la creación y la difusión, apuestan a despertar a otros, a despabilar de sus almas el arte que como fuego vive en ellos, en aquellos que aún siguen en el sueño: el motor del cambio verdadero.

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