18/12/2015

Postales después del desorden

sin_titulo-6.jpgUna mirada sobre los primeros pasos de la presidencia de Mauricio Macri y la despedida del kirchnerismo de la Casa Rosada. La realidad que se empieza a sentir. Por Eduardo Lucita.


Finalmente todo concluyó de acuerdo al plan. La jura en el Congreso y la entrega de los llamados atributos del mando en la Rosada. El día antes una despedida al estilo kirchnerista. Todos contentos en lo que pareció ser un griterío concertado. Mientras, la realidad se empieza a sentir.

A mediados de los años ’70 del siglo pasado el sociólogo André Gunter Frank acuñó la definición de lumpenburguesía. A través de los años esta definición tuvo varias acepciones, tal vez alguna de ellas sirva para caracterizar esta disputa apenas protocolar a la que hemos asistido en los días previos al cambio de gobierno. Para algunos una comedia de enredos, para otros una suerte de culebrón mexicano.

La argentinidad al palo

El desordenado pasaje del gobierno saliente al entrante habla por sí solo del carácter de la clase dirigente nacional y de la consecuente degradación de la política. Al parecer todo inició en la frustrada reunión de la Quinta de Olivos, donde no hubo acuerdo en las formalidades del traspaso. Si debía hacerse en la Asamblea Nacional luego del juramento o recuperar la tradición y entregar los llamados atributos del mando -banda, bastón y marcha- en la Casa de Gobierno. La controversia escaló con acusaciones cruzadas y disputas por… la hora de vencimiento del mandato presidencial en curso. En el medio, el orfebre que desde 1983 viene donando los bastones se quejó de que nadie le indicaba donde debía entregarlo y amenazó con llevárselo a la… Virgen de Luján. Se llegó así a la judicialización y un fiscal y una jueza fallaron casi a pedido, pero dejando un espacio temporal de acefalía que fue cubierto por un presidente provisional.

Al final la casa quedó en orden y ambos contendientes salieron conformes. Cristina Fernández de Kirchner porque logró su objetivo de no entregar los símbolos del poder político a su sucesor, Mauricio Macri porque no cedió en su primer acto de gobierno e impuso sus condiciones. Un día después nos enteramos que el bastón de marras no fue el confeccionado por el artista de siempre, tampoco el que ofreció su hijo -que parece compite con el padre- sino por un tercer orfebre que aparentemente no estaba en los planes de nadie.

La estampida de los precios

Mientras esto sucedía en las alturas el poder real -aquel que anida en los intersticios del capital más concentrado- aprovechó para promover una estampida de precios que condiciona aún más el ajuste en curso. En un hecho novedoso el gobierno saliente, pero aún en funciones en ese momento, acusó del desborde al gobierno entrante. Mientras que este argumentó lo inverso. Pero ambos son responsables, los salientes porque durante los dos últimos años solo atinaron a administrar la crisis latente, los entrantes porque durante toda la campaña prometieron resolver los problemas principales (tipo de cambio y cepo) el primer día. Así el coctel resultó explosivo. Pero además ambas fracciones políticas saben que el ajuste es inevitable, porque está en la misma lógica del capital dependiente y la única forma de evitarlo es romper con esa lógica, algo que ninguna fracción burguesa se propuesto nunca en nuestro país.

Los empresarios han manifestado su decidido apoyo al nuevo gobierno, incluso han provisto numerosos funcionarios en puestos clave, pero al mismo tiempo le marcaron la cancha. Parecieran decir a partir de este nivel discutiremos el acuerdo de precios y salarios. No estamos dispuestos a ceder demasiado de nuestras tasas de ganancia.

La Plaza de la despedida

Como no podía ser de otra manera CFK se despidió con una plaza desbordada, una multitud calculada entre 60 y 80.000 personas por los cenáculos kirchneristas. La composición de esta concentración fue la habitual luego de la ruptura de la hoy ex presidenta con Moyano.

Mucha juventud, movimientos sociales aunque de reducida presencia, clases medida media y baja y ausencia de las estructuras tradicionales del peronismo. En su discurso CFK agradeció a los jóvenes, a los intelectuales a los artistas, poca o nula referencia a los trabajadores.

El espíritu del fallecido filósofo Ernesto Laclau, que hace años erradicara de sus análisis la lucha de clases, y que en su concepción del pos-peronismo desvaloriza totalmente el rol de la clase obrera, seguramente sonreía viendo como sus consejos habían calado hondo en el kirchnerismo.

Pasado el glamour

Luego del desorden del traspaso y los actos de despedida y recepción la realidad está a la vista de todos. Por primera vez bajo las formas de la democracia el país será como se dice vulgarmente «atendido por sus dueños». Mauricio Macri y varios de sus ministros no son personeros o simple mandaderos del gran capital -como lo fueran por ejemplo los miembros de la Junta Militar del ´76 o el propio Carlos Menen en los ’90- sino que forman parte de la clase dominante.

En un récord probablemente histórico el nuevo presidente firmó una treintena de decretos de necesidad y urgencia, entre el dedo de los jueces que ha causado múltiples críticas -y en el que luego dio marcha atrás-, se entiende ahora la decisión de no llamar a sesiones extraordinarias en un Congreso que no controla y sí convocar de urgencia a sus adversarios electorales y a los gobernadores. Busca no solo garantizar gobernabilidad sino también consenso para esos DNU. Visto desde esta perspectiva el rechazo a la invitación presidencial por parte del titular del FIT adquiere otra dimensión. Trazar una raya que lo diferencie claramente del contubernio del resto.

Al momento de redactar esta nota los avances desreguladores son notables. Quita y reducción de retenciones al sector agrícola ganadero y a la industria; búsqueda acelerada de dólares frescos para fortalecer las reservas y levantar el cepo, según se dice esta misma semana, aparentemente al momento todo estaría trabado porque bancos y financistas exigen primero la devaluación. Finalmente el nuevo tipo de cambio y los incrementos tarifarios (estos para mediados de enero). De conjunto significan una fuerte transferencia de ingresos para los exportadores con su impacto sobre los salarios e ingresos fijos. Si finalmente se opta por combatir el alza de precios con el esquema de «metas de inflación» será inevitable que caiga la actividad económica, incluso que se entre en recesión con las consecuencias sociales conocidas.

Más allá de la coyuntura

Pero estas no son más que medidas coyunturales que sin embargo apuntan más allá. El proyecto macrista -que no necesariamente de Cambiemos- para el largo plazo es una reorganización del régimen político y una recomposición del bloque de las clases dominantes, dejando el comando del mismo en manos de los exportadores agroindustriales, el resto que se acomode como pueda. Esto lleva implícito una reconfiguración de las relaciones sociales, más desfavorable que la actual para los sectores obreros y populares, y una fuerte regresión cultural-ideológica.

Todo depende de las resistencias

El ajuste está en curso. El acuerdo social tripartito anunciado por el presidente en la convención de la UIA -acuerdo de precios y salarios primero, paritarias por productividad después- es un intento de meter en la bolsa de acuerdos a los faltantes: los asalariados. Parte de retrotraer los aumentos de precios al 30 de noviembre pasado, pero estos comenzaron a principios de ese mes y cobraron fuerza desde mediados, por lo tanto se partiría con pérdida del poder adquisitivo.
Sin embargo este mismo lunes por la mañana una nutrida columna de trabajadores se hizo presente en las puertas de la UIA para manifestar su desacuerdo y rechazo al pacto social en ciernes. Por la tarde varios miles de personas se congregaron en Plaza de Mayo para defender la Ley de Medios. Hacer converger las resistencias es un imperativo.

Todas y cada una de estas postales son apenas muestras de la Argentina por venir.

Eduardo Lucita – Integrante del colectivo EDI-Economistas de Izquierda



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