02/12/2015

Venezuela desde abajo

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Marco Teruggi tiene 31 años y una historia de inquietud: nació en Paris y en el 2003, llegó con su familia a la Argentina. En plena ebullición social, empezó a palpar las luchas populares en la Asociación Anahí, en HIJOS y luego en el Frente Popular Darío Santillán (FPDS). Al mismo tiempo, estudió sociología y dos libros de poesía: Siempre regreso al pie del árbol (Editorial El Colectivo, 2012) y Días fundados (coeditado por Puño y Letra y El Perro y la Rana de Venezuela, 2014).
En el año 2011, surgió un oportunidad de viajar a Venezuela, en un intercambio dentro de las actividades del FPDS. Y Marco no lo dudó. El resultado de esa vivencia ahora puede leerse en Lo que Chávez sembró. Testimonios desde el socialismo comunal en el cual indaga sobre el proceso comunal venezolano, desde sus inicios hasta la actualidad. En entrevista radial con el programa La Revancha, contó de qué se trata el libro y la experiencia social que contiene. Por Nicolás De la Barrera, para La Revancha


¿Qué te movió a escribir este libro y meterte en la experiencia de las comunas?

En el año 2011 militaba en el Frente Popular Darío Santillán y fuimos un mes a Venezuela en un intercambio militante. Ahí conocimos la revolución a través de los diferentes movimientos populares: campesinos, de pobladores, de medios comunitarios. Y nuestra visión del proceso revolucionario se dio desde el empoderamiento de los diferentes sectores populares. La mirada siempre estuvo centrada sobre lo que estaba pasando no tanto a nivel del Estado, sino en términos de las bases populares de la revolución. Estaba el tema comunal como la gran consigna dejada por Chávez. Recordemos nos deja la definición «comuna o nada”. En ese momento había diez comunas registradas. Y el periodo que empieza en el 2013 para adelante es justamente el periodo de ascenso comunal y es aquello que junto a otros compañeros y compañeras pudimos vivenciar. Nosotros empezamos a trabajar en el Ministerio de Poder Popular para las comunas y movimientos sociales.

El que mayor relación tiene con las comunas.

Exactamente. Cuál es el vínculo es justamente parte del debate, y ahí empezamos a trabajar en el área de comunicación y el ministro planteó la necesidad de dejar un rastro histórico de lo que ahí estaba sucediendo, narrar la realidad comunal.

Y con esa experiencia de recorrer varias comunas, ¿cuál es la sensación, cómo las podés describir?

Creo que la idea de las comunas es la propuesta más avanzada de la revolución. Recordemos que la revolución hasta el año 2005 no habla de socialismo y no habla de consejos comunales y mucho menos de comunas. Hasta ese momento era un proceso antiimperialista, con una idea nacionalista muy fuerte,de Simón Bolívar y una idea del protagonismo popular muy grande, Cuando Chávez decreta el carácter socialista de la revolución, larga los consejos comunales y las comunas y ahí se perfila más claramente que hay una apuesta a que haya un pueblo que sea gobierno y que construya el socialismo: su economía, su política, su milicia bolivariana. Es una apuesta mayor a construir un nuevo Estado, una nueva institucionalidad. Nosotros nos encontramos con un pueblo haciendo ese ensayo. Digo, no es nada sencillo aprender a autogobernarse. Todo lo que hace a la vida en un territorio de forma de abajo hacia arriba es un aprendizaje y una apuesta maravillosa.

En el libro hacés un recorrido muy interesante sobre distintas comunas tanto rurales como urbanas, ¿cómo se fueron construyendo esos procesos, de qué manera se fueron creando las instituciones?

Venezuela no tenía una gran tradición de movimientos populares tal vez como los conocemos en la Argentina o como hubo en Bolivia previo al ascenso del gobierno de Evo (Morales). Cuando se plantea lo de las comunas, hay algunos movimientos, diría que los menos, que impulsan en sus territorios el proceso comunal. Cuando uno llega a un territorio comunal, comienza a conversar con los voceros y les pregunta: «pero bueno, ¿quién está atrás?”, y te responden: «nosotros escuchamos a Chávez que había que hacer una comuna, nos reunimos, empezamos a debatir, leímos la ley, escuchamos al comandante que nos explicaba cómo hacer una comuna”, que no tiene porqué respetar el ámbito marcado por el Estado burgués. Esos consejos comunales debaten una constitución comunal. Se llama la Carta Fundacional que dice cuál es la población, su territorio, sus potencialidades, qué metas se proponen alcanzar. Esas cartas fundacionales las vota toda la comunidad. Es como que votamos nuestro nuevo gobierno, en el territorio. Crean sus propias leyes y una serie de comités por cada área que abarca el territorio, desde la comunicación, la salud, el transporte, la milicia, y de a poco se ensaya una idea de gobernarse y sobre todo de poner en pie una economía en la comuna.

¿Con qué problemas te encontraste entre las diferentes comunas?

El primero es la complejidad de la apuesta. Estamos hablando de que ya no se trata de organizarse para un tema reivindicativo sino organizarse para crear una nueva institución que pueda reemplazar a la existente, en su primera instancia, a las intendencias. Se habla de transferencia de competencias, es decir, que determinadas acciones las comiencen a hacer las comunas. Se habla de transferencia de recursos, o sea que del Estado nacional bajen los recursos a las comunas y ya no pasen por las intendencias, que es el primer lugar con el cual la comuna disputa poder. Por un lado hay un poder que emerge, que plantea abarcar áreas cada vez mayores y, por otro, una institucionalidad existente que plantea un nivel de reticencia sobre eso.

Es muy interesante lo que planteás en el libro. No solo se da en lugares donde predomina el chavismo sino por abajo también se da con todas las trabas, por ejemplo, de intendencias y gobernaciones para que se creen esas comunas. Ahí se da una disputa más grande.

Si, el Estado es esquizofrénico, No nos olvidemos que tal como está planteado no fue hecho para impulsar la creación de comunas, ni para que el pueblo se empodere. Muchos menos para suicidarse de forma armónica y generosa. Entonces el Estado puede, desde el ministerio de las comunas, disponer una serie de ayudas y desburocratizar los procesos, financiar y, en paralelo, otros ministerios boicotean el trabajo de las comunas en territorio. Está toda la institucionalidad en su complejidad de vínculo, en la contradicción que no podría ser otra. Estamos diciendo que algo que existió desde el nacimiento de Venezuela como Estado-nación comienza a desaparecer. Nadie desaparece por sí solo. Aunque se vista de rojo suele suceder esa tensión.

Cuando falleció Chávez había unas diez comunas que han ido creciendo. ¿En qué situación están ahora, es en un momento de crecimiento, se han estancado?

Hay un proceso de acumulacion. Hoy tenemos 1265 comunas registradas y una cantidad que están en proceso de conformación, que están debatiendo su constitución y que lo van a someter a elección de la comunidad. Creo que hubo un crecimiento cuantitativo muy claro porque las comunas empezaron a vincularse entre sí, e incluso planteado a niveles de ciudades comunales. Y después, algo muy interesante, es lo planteado por el presidente Nicolás Maduro acerca de ver de cuál es el vínculo entre el poder presidencial existente y el poder constituyente. Ahí crea lo que es el Consejo Presidencial de gobierno popular de las Comunas, que son las comunas organizadas localmente, regionalmente y nacionalmente, que debaten con el presidente.

¿Para que no haya intermediarios?

Para que no haya intermediarios, y le plantean políticas públicas para ser ejecutadas por el mismo proceso comunitario.

¿Cuáles son las tensiones que hay con el Estado y qué características tiene el Estado del proyecto bolivariano? Porque conviven las comunas con un Estado capitalista.

Lo primero que plantearía es el camino que dijo Chávez. Lo que él dice es recuperar el poder del Estado, recuperar el petróleo, una serie de resortes económicos que habían sido regalados al imperialismo, para tener capacidad estatal. ¿Para qué hacer esto? Para transferir el poder al pueblo. El objetivo no es fortalecer el Estado, sino que es fortalecer la organización popular, para que sea el nuevo espacio de poder. Explica hacia dónde tienen que ir las comunas, una nueva institucionalidad que va creciendo, y a su vez se democratizan los ámbitos del Estado burgués. Y desde la institucionalidad existente, se plantea favorecer el crecimiento y el apoderamiento de estas nuevas instancias que sintetizan lo recorrido anteriormente. Ese vínculo que uno podría pensar como armonioso no lo es, pero a su vez efectivamente permite que suceda un proceso como el de las comunas. Pensemos que el rol del Estado en Venezuela en el incentivo de la organizaciones es muy grande. Una cosa es la mirada de Chávez desde la presidencia y un liderazgo carismático, pedagógico, y lo que sucede con niveles intermedios del Estado. Y cuanto más uno baja en el nivel de la institucionalidad más se encuentra entre los primeros roces entre el poder que asciende y el poder que se resiste. Ahora, el objetivo para 2019 son las tres mil comunas, Esto es más del 60 por ciento de la población venezolana organizada bajo forma comunal. Eso cuanto más se articula, más exige en cuanto a la transferencia de recursos, de gestionar niveles económicos cada vez mayores. Hay una tensión con la misma lógica de dos Estados, uno que crece y uno que resiste, y una tensión con la mirada dentro de la revolución donde un sector concibe que el socialismo es un Estado gobernando para agendas y haciendo acuerdos con sectores privados y un poder popular menor, y uno que lo ve en términos de autogestión, autogobierno, economías comunales, destrucción del estado burgués, etc.

En el libro caracterizas al chavismo como un movimiento heterogéneo con disputas de ideas a su interior. En estas disputas, ¿dónde colocás al PSUV, el partido más grande que tiene Venezuela y es uno de los que apoya a la revolución?

El PSUV es una situación compleja. Es interesante porque Chávez piensa las cosas en simultáneo: plantea el carácter socialista, en simultáneo los consejos comunales y el PSUV. Ve dos herramientas centrales, que una es la estratégica del socialismo y otra es la conducción de la revolución. El PSUV agrupa a millones de afiliados y la conducción de la revolución está dentro del PSUV. Entonces ahí se plantea un nivel de tensión, porque hay cierta identificación entre el lugar que cada uno ocupa en el Estado y el lugar que defiende. «¿Estoy defendiendo la estatalidad y mi lugar, o desde ese lugar estoy transfiriendo poder a la gente?” Eso demanda una claridad ideológica muy grande. Pensemos que todo esto se da en medio de una guerra económica, una guerra insurreccional y el ascenso del paramilitarismo. El chavismo debe mantenerse unido y transitar las tensiones. Creo que Nicolás Maduro claramente apuesta hacia una línea comunal, de autogestión, tal vez a contracorriente con determinado sector de la conducción de la revolución.

¿Cómo explicás las miradas de quienes plantean que esta etapa es de transición dentro de la revolución y las de quienes afirman que el chavismo se ha agotado?

No creo que sea un problema de modelo del chavismo. Creo que la derecha ha logrado desde hace dos años y medio mantener una guerra económica sin tregua, que pocos pueblos en estos momentos son capaces de resistir. Dos años y medio que faltan productos, que hay aumentos permanentes, y en ese escenario el pueblo ha demostrado que no se ha cambiado de bando. Es evidente que va a crecer el descontento porque ese el objetivo de la derecha y que eso se traduzca en niveles de rebelión contra el gobierno. Creo que si hay descontentos en las filas de la revolución en parte tiene que ver con los efectos de la guerra económica para que se haga inviable la vida en Venezuela. Ahora, el modelo de la revolución creo que es el modelo comunal. Yo creo que el debate no está en el modelo. La pregunta está en por qué cuesta tanto que un sector mayoritario de la conducción se vuelque a construir ese legado.

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