20/02/2015

Jujuy: cruentos relatos del vuelo

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Esta nueva audiencia comenzó más temprano de lo habitual y se pudo reutilizar ampliamente el servicio de internet, caído en la anterior sesión, por lo que la misma comenzó con dos testigos que declaraban desde la lejanía por este medio, Carlos Melián y Rubén Ríos. Por Colectivo Radio Pueblo


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Estos dos testigos reforzaron las declaraciones previas, sobre el encadenamiento de pie y manos al piso del avión durante el traslado, los golpes y las denigraciones constantes. Un dato que surge de los testimonios cada vez con más fuerza es que algunos de los trasladados estaban marcados, pues «no todos recibimos por igual”. También se mencionó que una de las víctimas trasladadas se habría «hecho encima”, lo que llevó a disparar las agresiones físicas y verbales de los represores, en este caso gritando entre ellos que debían tirarlo para que se fuera el olor. Uno de los testigos-víctimas remató el tenebroso recuerdo con una frase sugerente y lapidaria «no sé que pasó luego, pero el olor se fue”.

Los pareceres sobre lo sucedido en ese avión, en el que constantemente se amenazaba de tirarlos del mismo, son confusos debido a que el traslado fue realizado con las víctimas vendadas y en posiciones que impedirían además una visión aceptable, circunstancia buscada por los victimarios, pero varios testimonios y la pérdida de contacto posterior con algunas víctimas sugieren que hubo algún arrojado del avión, según el parecer de Collado, médico pediatra que trabajó donde Aredez y tercer testigo en esta jornada, a éste y a Avelino Bazán no se los vuelve a ver tras el vuelo.

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Mirta Del Valle relató que trabajaba en ADEP (Asociación de Educadores Provinciales) junto a Marina Vilte cuando fue detenida por segunda vez, en este caso por el comisario Ernesto Haig, uno de los más atroces represores de Jujuy, quien la llevó entonces a «dar un paseo” tras detenerla.

Ya en la cárcel uno de los hermanos Ortiz, otros de los archiconocidos represores jujeños, en este caso del servicio penitenciario pero trabajando para inteligencia, le pidió buscara toda la documentación del gremio, actas, actuaciones, para «defenderse”, a lo que ella se negó. Ante esa respuesta Ortiz luego le informa que queda a disposición del PEN por ser «un real factor de perturbación social”.
Mientras estaba en el penal de Gorriti Mirta observó a las mujeres que son llevadas allí, y nombró a todas las que vió, recordó especialmente a Hilda Figueroa y a Eulogia Garnica, quienes llegaron muy golpeadas, en el caso de Hilda con su zapato ortopédico destrozado y en el caso de Eulogia con lasceraciones tan profundas en las muñecas por las ataduras que infeccionaban ya las carnes a su alrededor, por lo que la ayudaba periódicamente a limpiar la herida.

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Del traslado afirmó, como todos los testigos, los uniformes grises del servicio penitenciario, el verdugueo y. Nuevamente, las amenazas de ser tirada vivas del avión sobre «la cordillera de los Andes”. En un recuerdo estremecedor, Mita relató como al oír esta amenza empezó a cantar, y que al intentar callarla un represor le respondió que si la iban a matar quería morir cantando. La estrofa que entonó fue «Jujuy, si muero sin verte…”

La delación y la traición también estuvieron presentes en el relato, al mencionar Mirta a un maestro de apellido Sosa, que había visto en el sindicato y al que luego encuentra en la misma oficina de Haig, para quien estaba haciendo un identikit del novio de ella.

Otro testimonio, el último de la jornada e impactante, fue el de Miguel Villaba, quien había sido parte del centro de estudiantes de la escuela Normal de Libertador. El fue detenido a los 18 años.

Miguel contó cómo en su detención lo llevan al comando radioeléctrico, donde ve a dos personas vendadas que se identifican, ante el temor de quedar desaparecidos, como Jaramillo y su hermano, integrantes del PCR. Tras unos 10 días en este lugar le dicen lo van a dejar en libertar pero luego graficó su honda amargura al comprobar que lo estaban llevando al penal de Gorriti.

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En ese CCD Miguel es encerrado, apenas llegar, en una celda sin luz y aislada, para luego de unos días recién ubicarlo con otros detenidos políticos, entre los que encontraba un compañero de la escuela, a quien vió muy alicaído y golpeado, cosa que le causó mucho impacto porque siempre lo recordaba como «una persona muy feliz, llena de emoción”, lleno de vivacidad y «que militaba para cambiar el mundo”.
Del traslado recuerda que al apretujarlos a todos en el camión que los llevaba al aeropuerto él quedó tirado en el piso por la violencia d ella entrada, pero luego la aglomeración le impidió pararse y así realizó el viaje. De esto recuerda ver pasar por una ventanilla superior primero los edificios y luego los árboles, pero ninguno sabía adond ellos llevaban. Recuerda que en es emomento un compañero le pregunta que creían les iban a hacer y «yo, con mis 18 años, le dije que creía que iban a matarnos”



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