«Verán florecer un puño»
«Todo debe pasar por mi sangre, por mis huesos, por mi respiración, por el corazón de mi sangre».
DECLARACIÓN JURADA
Por Dardo Sebastián Dorronzoro
No es solamente la luna ni el rocío ni la luz celeste de los pájaros, puede también ser una alpargata vieja, toda agujereada, toda casi muerta después de andar fábricas, andamios o duros y calientes caminos de noviembre. No, no necesariamente todo lo poético debe ser bello.
Yo he visto horribles chicos grises como la tierra comiendo tierra, yo los he visto ahí, con sus andrajos y su mugre, reptando, y los he tocado, acariciando su piel y convertido en ángeles, en mariposas, en viento de septiembre. Porque todo antes de ser poesía debe pasar por mi corazón, darlo vuelta con el grito para arriba, colocarlo para el alba, cara al cielo. Todo debe pasar por mi sangre, por mis huesos, por mi respiración, por el corazón de mi sangre.
Pues yo soy un poeta no un hacedor de versos bonitos. Yo soy un poeta que ama a los que no tienen amor ni pan, a los que se van sin haber llegado, a los que a veces sonríen, a los que a veces sueñan, a los que a veces les crece un fusil en las manos y salen a morir por la vida.
En suma: yo he sido, soy y seré un poeta revolucionario.
Sobre mi tumba verán florecer un puño.
Dardo Sebastián Dorronzoro nació en San Andrés de Giles, provincia de Buenos Aires, en 1913. Poeta, publicó sus primeras obras en un periódico socialista al que adhería ideológicamente.
Aunque escribió mucho, publicó sólo dos libros de poemas:
Una sangre para el día (Papeles de Buenos Aires, 1975), y
Llanto americano (aparecido ocho años después de su desaparición, en 1984). También publicó una novela: La nave encabritada, que fuera premio de novela Emecé, en 1964. Algunas otras quedaron inéditas, como: La grieta, Para no morir, Quien heredará nuestra sangre y Fusiles al amanecer. También tiene un volumen de cuentos no publicado con el título de La porción del diablo.
El 25 de junio de 1976 fue secuestrado por un Grupo de Tareas de su casa en el barrio La loma, en la ciudad de Luján. El mismo mes que desaparecían Francisco Urondo y Miguel Ángel Bustos.
Fotos: www.argentinaphoto.com.ar