18/07/2012

Formas colectivas de defenderse del desempleo y la precariedad

Sin_titulo-1-16.pngPresentamos diferentes iniciativas de personas sin empleo que han decidido que prefieren explorar las soluciones colectivas a las salidas individuales. Desde los más veteranos, como Berri Otxoak, hasta la Asamblea de Desempleadxs de Madrid. Por Tomás Muñoz, Periódico Diagonal, España.

Ya sea a través de la reivindicación
y la protesta, o a través del
autoempleo cooperativo, o combinando
ambas facetas, existen colectivos
de personas desempleadas
a lo largo del Estado que no
se resignan a su situación
ni están
dispuestos a asumir pasivamente,
sin pelear, el drama del desempleo
y la carencia de recursos que
conlleva.

Berri Otxoak

La ría se mueve

«La margen izquierda de la ría de
Bilbao lleva en crisis permanente
desde el año «˜79, cuando empieza
la reconversión industrial”, explica
Juan Carlos, activista de Berri
Otxoak, que contextualiza su
realidad local afirmando que
«nuestro municipio llegó a tener
125.000 habitantes en ese año y
no ha dejado de bajar desde entonces. Nuestro colectivo nace en
1992 con el cierre de los altos
hornos de Bizkaia, y no es casualidad,
ya que todo un modelo de
producción industrial, de organización
obrera con sus valores y
sus logros colectivos en las condiciones
laborales, se ha ido destruyendo
poco a poco”. Este colectivo
radicado en Barakaldo lleva 20
años movilizado,
peleando con las
autoridades públicas de su ámbito
mejoras en las prestaciones sociales
de las personas en situación
de desempleo a la vez que les ayudan
a solicitarlas y a informarse
de las que les corresponden.

La situación laboral de
Barakaldo es representativa de
esa primera ola de desempleo, ya
que «al cerrar las empresas industriales,
con buenas condiciones
laborales después de años de
lucha, nos trajeron un empleo
precario, en grandes superficies
comerciales, que aumenta los índices
de pobreza del municipio”.
Juan Carlos pone un ejemplo: «Un
trabajo en Ikea tiene un salario
de unos 500 euros mensuales,
cuando la media del alquiler en
Barakaldo es de 900 euros”. Por
ello, desconfían de los planes de
empleo institucionales. «Contra el
paro no necesito un empleo precario
que me siga empobreciendo.
Contra el paro, empleo digno
y de calidad o un subsidio indefinido
,
unas prestaciones sociales
que te garanticen poder sobrevivir
con un mínimo de dignidad”.

Desde Berri Otxoak manifiestan
que ahí está «la pelea que tenemos
con el Ayuntamiento y el
gobierno vasco, aquí hay diferentes
prestaciones sociales que se
están recortando constantemente
en un momento de desempleo.

Con las bolsas de precariedad y
de pobreza creciendo, hay más
gente que las pide, y lo que hacen
es que en vez de aumentar la partida,
endurecen los requisitos o
rebajan las cuantías de las prestaciones
para intentar estirar el chicle
y lo que estiran realmente son
las situaciones de pobreza”.

Els Trasters

Redes en Parque Alcosa

Cuando le preguntamos a Teresa
Estruch qué le llevó a participar
en una cooperativa para escapar
del desempleo, explica: «No podemos
depender de los beneficios
que puedan tener los demás para
tener trabajo”. Teresa está en Els
Trasters, una cooperativa de recogida
de residuos vinculada a la
coordinadora de colectivos del
Parque Alcosa, en Valencia. «La
cooperativa sale de la gente del
barrio, se juntaron los parados y
empezaron a recoger cartón y
plástico de los mercados, de los
edificios, patio a patio, y todo
se llevaba a reciclar”
, explica
Estruch. El funcionamiento no difiere
mucho de cualquier cooperativa:
«Nosotros cobramos todos
igual, el que entra el último y el
que lleva años, todos intentamos
hacer un poco de todo, aunque
para la administración y otras tareas
sensibles siempre tiene que
haber al menos dos personas encargadas.
Tenemos una asamblea
cada 15 días para todos los problemas
que puedan surgir entre
nosotros, ver las cuentas, y luego
un plenario anual”.

Desde la coordinadora de colectivos
del Parque Alcosa, de donde
surge la cooperativa Els Trasters, se ha puesto en marcha la Red de
Iniciativas de Empleo y Supervivencia
(RIES), un auténtico semillero
de ideas y de apoyo
para
nuevos cooperativistas. «Lo que se
está haciendo es darle los recursos
que necesitan, locales para
reuniones, materiales (lo que haya
por ahí), etc. Cuando alguien viene
con una idea, nos reunimos con
ellos, a ver de qué manera se puede
llevar a cabo, y si se ve viable
se les da seis meses de trabajo para
que puedan tener un ingreso
mientras se consolidan”.

Este tejido barrial surgió de una
asamblea de desempleados nacida
en los «˜90. Consiguieron, en 2002,
el contrato para la limpieza del barrio
para una cooperativa que
entonces supuso la alternativa al
desempleo. «Se luchó y se consiguió
después de una acampada de
más de seis meses en la puerta del
ayuntamiento, con huelga de hambre
incluida”.
Actualmente tienen
cinco barrenderos con contratos
de seis meses rotativos, que son
los puestos que se ofrecen a los
que quieren montar una cooperativa
de forma transitoria.

Finca Somonte

Esta tierra es nuestra

«Ante la situación que hay en
nuestros pueblos, que no hay trabajo
agrícola, no podíamos permitir
que unas tierras en manos públicas
no se trabajasen ni se les
diera provecho,
así que cuando supimos
que la Junta iba a subastarlas,
decidimos ocuparlas”. Así de
contundente explica Lola Álvarez
por qué tomaron la decisión de
ocupar la finca de Somonte.

«Desde el Sindicato Andaluz de
Trabajadores (SAT) llevamos muchísimo
tiempo reivindicando tierras y
realizando ocupaciones simbólicas”,

contextualiza Lola, «pero esta vez la
ocupación es real”. Una veintena de
jornaleros sin trabajo decidió lanzarse
a trabajar una tierra que era improductiva.
«La tierra no puede
tener dueño, igual que el agua y
el aire, ¿cómo se puede especular con
algo tan importante?”, se pregunta
Lola. «Al día siguiente de ocuparla
empezamos a trabajar. Preparar
la tierra para el cultivo, sembrar…
Contamos con la solidaridad de
muchísima gente que trajo semillas,
plantas y nos apoyan en nuestras
necesidades”.

A día de hoy, 20 personas han
encontrado en Somonte un trabajo.
«Decidimos dar prioridad a la
gente de Palma del Río y otros pueblos
cercanos a la finca, pero en el
momento que podamos producir
más, ofreceremos que se venga
más gente”, dice Lola.

La finca ya ha empezado a ser productiva.
«Tenemos una hectárea y
media sembrada de pimientos, tomates
y berenjenas. Y no solamente estamos
comiendo las personas que trabajamos
aquí desde el principio, ya
hay gente de los comités de apoyo
que tienen espacio de venta de productos
ecológicos en los mercadillos
de los pueblos cercanos”, cuenta
Lola. La ocupación no ha estado
exenta de choque con las fuerzas de
seguridad del Estado.
«Nos desalojaron
el 26 de abril, a las 6 de la mañana.
Fue un poco vergonzoso. Nos
tienen controlados desde el día que
ocupamos. La Guardia Civil viene dos
o tres veces al día, dan una vuelta, toman
las matrículas de los coches, y
aquel día, sabiendo que estábamos
20 personas se presentaron 200 antidisturbios”,
relata Lola, que asegura
que sintieron rabia. «Cuando vimos
que estaba todo cercado de guardia
civiles… Simplemente somos jornaleros
que estamos aquí para trabajar la
tierra y comer con nuestro sudor gracias
al trabajo de nuestras manos.
Nosotros teníamos muy claro que
íbamos a volver a ocuparlo cuando se
fueran, y así lo hicimos”.

En la finca se organizan mediante
asambleas.
«Al principio teníamos la
asamblea todos los días, ahora nos
juntamos dos veces a la semana, organizamos
el trabajo y tomamos las
decisiones”, explica Lola, que no
esconde que su trabajo, con estas
temperaturas, es duro, «aunque lo llevamos
haciendo toda la vida”, matiza.
«Vamos por la mañana a las 7h y
volvemos a las 13h a casa, comemos
todos juntos, descansamos y luego
volvemos antes de la noche un rato”.

Asamblea de parados

Mayores en marcha

En la asamblea de desempleadxs
de Madrid «la mayoría de gente superamos
los 40 o 50 años, por lo
que ya estamos pensando en autoocupación,
sabemos que tenemos un
pie en la exclusión social y nos empujan
para que metamos el otro”,

explica J., que prefiere no dar su
nombre para este reportaje. «Nos
ofrecen trabajo que no es digno,
nos hemos planteado el tema de la
autoocupación aprovechando la experiencia
que tenemos de muchos
años trabajando”. De forma paralela
a su actividad reivindicativa ya
han puesto en marcha la cooperativa
Sinergias, que ofrece servicios
variados,
en el hogar, formación,
fotografía o alimentación (verduras
ecológicas), ya que, como explica
J., «no existen las cooperativas,
existen los cooperativistas, hacemos
lo que sabemos”.


Foto: Acción de Berri Otxoak en la Gran Vía de Bilbao

Fuente: Periódico Diagonal



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