16/09/2011

Un Pueblo Testigo

dijimos_nunca_mas.jpgJulio López fue secuestrado y torturado por Miguel Etchecolatz en el campo de exterminio. Sobrevivió, y abierta la instancia de un juicio, con su valioso testimonio, envió a su victimario a reclusión perpetua por genocidio. El día de los alegatos, el día que pedíamos la condena para el genocida, el de 18 septiembre de 2006, desapareció por segunda vez. ¿Qué está pasando que la «justicia” permite este viaje al pasado del terror? ¿Qué está pasando que continúa en funcionamiento una inteligencia encubierta, que amenaza y persigue violentamente a militantes populares? ¿Qué está pasando para que un represor siga manteniendo el poder de la última dictadura militar? Por Asociación de Ex Detenidos-Desaparecidos.


Sin testigo no hay justicia.

Ser testigo es aquel que da testimonio, es la voz de aquellos que no pueden dar testimonio.

Ser testigo y ser sobreviviente del horror del genocidio en la Argentina es no callar, a pesar de todo.

Ser testigo es mantener la cabeza en alto y señalar a los represores y asesinos, a los genocidas, a los verdugos a sueldo del capital, violadores de mujeres, torturadores y apropiadores de los hijos.

Ser testigo es andar de la mano de la resistencia de los pueblos, es levantar las banderas de los sueños por los que lucharon los 30 mil compañeros desaparecidos.

Ser testigo y sobreviviente es testimoniar para construir una memoria colectiva y exigir justicia y castigo a los culpables.

Julio López fue secuestrado y torturado por Miguel Etchecolatz en el campo de exterminio. Sobrevivió, y abierta la instancia de un juicio, con su valioso testimonio, envió a su victimario a reclusión perpetua por genocidio. El día de los alegatos, el día que pedíamos la condena para el genocida, el de 18 septiembre de 2006, desapareció por segunda vez.

¿Qué está pasando que la «justicia” permite este viaje al pasado del terror? ¿Qué está pasando que continúa en funcionamiento una inteligencia encubierta, que amenaza y persigue violentamente a militantes populares? ¿Qué está pasando para que un represor siga manteniendo el poder de la última dictadura militar?

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Pasa que el aparato represivo del estado está absolutamente impune. La impunidad deja libres al 95 por ciento de los genocidas. Aquellos pocos que están con arresto domiciliario lo violan sistemáticamente con la posibilidad de seguir manteniendo su accionar represivo.

Pasa que para poder sostener este sistema económico y socialmente injusto se necesitan fuerzas de seguridad, capaces y dispuestas a reprimir en Jujuy, en Formosa, en Santa Cruz, en el Indoamericano o donde sea; y para eso se les garantiza la impunidad.

Está claro que muchos represores siguen en actividad en las fuerzas armadas, en las de seguridad, en los servicios de inteligencia y en agencias de seguridad privadas; una suerte de dominio basado en una corporación que se maneja todos los días con el delito, la represión y la impunidad como herramientas de trabajo.

La desaparición de Jorge Julio López es una acción política para intimidar no solo a los testigos de los juicios a los genocidas sino a todo el pueblo argentino. Las persecuciones y el amedrentamiento abarcan a sobrevivientes, familiares de desaparecidos, testigos del exterminio, querellantes, abogados y jueces relacionados con los juicios a represores. En el transcurso de estos años de lucha las amenazas no sólo continuaron, sino que se extendieron a distintos sectores que, comprometidos con esta lucha, resistimos en las calles: agresiones a militantes populares, amenazas telefónicas, persecución a estudiantes son algunas de sus manifestaciones. Estos hechos no son aislados, forman parte de un plan para sembrar terror y confusión. Ninguno de los hechos ocurridos a lo largo y a lo ancho de todo el país fue esclarecido investigado ni castigados sus perpetradores. Desde el Estado la única respuesta es el silencio que pretende naturalizar la desaparición y el accionar feroz del aparato represivo hacia los luchadores populares.

¿Y el asesinato de Silvia Suppo hace un año y cinco meses? ¿Y el secuestro en Escobar del testigo Luis Gerez en diciembre de 2006? ¿Y el secuestro del sobreviviente Juan Puthod en el 2008? ¿Y los secuestros y posteriores liberaciones de Orlando Argentino González en Tucumán en 2009, y de Víctor Martínez este año, también en democracia? ¿Y los otros tantos testigos en los juicios a los genocidas que están sin protección?… No se olviden de Miguel Bru y Luciano Arruga. Es larga la lista de testigos de distintas causas penales contra las fuerzas represivas que han sido agredidos, amenazados e incluso asesinados. Siempre atrás de cada muerte, de cada desaparición, de cada intimidación la policía, la gendarmería y las fuerzas represivas, la metodología sigue intacta. Cuidando privilegios, protegiendo los intereses del poder.

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La desaparición de Julio y las amenazas y secuestros a compañeros vinculados a los juicios contra los genocidas no son las únicas muestras de impunidad. La represión a los luchadores populares continúa a través de la criminalización y judicialización de la protesta.

El Estado también es responsable de garantizar la seguridad de los testigos, los querellantes y de todo el pueblo. Para eso la única protección válida para los testigos, para los sobrevivientes y para el pueblo todo es que todos los genocidas sean juzgados y condenados a cárcel común, perpetua y efectiva. No existe protección verdadera en tanto los genocidas sigan libres.

Una vez más, ahora, para que el miedo no nos paralice, es indispensable reconocernos en la lucha que continúa. El testigo venció el miedo. No se detiene. No es un testimonio de lo que le ocurrió a él solamente, como podría suceder en cualquier otra causa, sino que da testimonio del genocidio que vivió el pueblo todo. Todas y todos somos Jorge Julio López. Ahora caminamos. Desmantelamos la impunidad, dando pasos importantes en los juicios a los genocidas y aportando a la construcción de una conciencia nueva, para que podamos creer en la posibilidad de ir construyendo una nueva sociedad.

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Este artículo forma parte del número especial «Julio López” de la revista Tantas Voces… Tantas Vidas de la Asociación de Ex Detenidos-Desaparecidos, editada en septiembre de 2011.



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