30/06/2010

Bariloche: la represión vista desde tres lugares

TAPAAAA_POSTA.jpg Tres enfoques para entender la realidad escondida de Bariloche, que salió a la luz a partir del asesinato de Diego Bonefoi a manos de la policía rionegrina. Uno que da cuenta de la situación estructural que subyace debajo de la «Suiza argentina». Otro que profundiza en los detalles del asesinato y de la causa judicial que se inició. Y un tercer relato de torturas que sufrió un chico en manos de la policía rionegrina. Imágenes: En La Vuelta.

Detrás de la blanca nieve… El Bariloche que no se ve

Por Gerardo Wilgenhoff y Mariana Ávila

Artículo publicado en El Aromo nº 52

San Carlos de Bariloche es considerada, junto con Mar del Plata, una de las dos ciudades turísticas más importantes del país. Año a año asisten miles de turistas nacionales e internacionales a disfrutar de su paisaje. Esta situación ha desembocado en una representación distorsionada de la ciudad que choca con la realidad objetiva. Efectivamente, se trata de imágenes prototípicas de Bariloche. Se impone una situación ficticia, alejada de su verdadero contenido social. Los conflictos sociales, por lo tanto, son excluidos de toda lógica. Sin embargo, la verdadera situación está muy alejada del mito. Determinadas circunstancias nos revelan, con desnuda evidencia, que Bariloche tiene también su lado oculto. Veamos el asunto un poco más de cerca y descubriremos que la mal llamada «Suiza Argentina” no es más que una ciudad irritada por sus propias contradicciones.

¡La sociedad no se fijará en ellos!

El atributo fundamental de Bariloche es la pérdida de sus contornos genuinos. Se establece una división arbitraria entre, por un lado, los que se otorgan el cariz de impulsores del progreso económico de la ciudad, la población del «centro y de los kilómetros”, y, por el otro, los supuestos culpables del atraso económico y de los desórdenes, los habitantes del «alto”. Los primeros, en la zona situada hacia el noroeste, lindante al lago Nahuel Huapi, exteriorizan un odio furioso contra aquellos que son relegados a las barriadas pobres. La constitución de los barrios del «alto”, tiene su origen en el proceso de relocalización que tuvo lugar en el año 1979, año en que se produjo el traslado y desalojo de alrededor de 400 familias que habitaban barrios cercanos al casco urbano y, por ende, visibles y perjudiciales para la imagen del Bariloche turístico y feliz.

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La zona elegida para el proyecto se ubica aproximadamente a 6 Km. del centro de la ciudad, hacia el sur y sureste sobre la ruta nacional 40 camino a El Bolsón. Es el área más desfavorecida en el aspecto climático, las nevadas son más intensas y los vientos son mas fuertes debido a la deforestación que no permite el reparo de las viviendas. Allí fueron aglutinados aquellos que no deben ser visualizados. El «alto” es, justamente, el sector que debe ocultarse, aquel que resulta molesto, fastidioso, peligroso, que retrotrae el carácter europeo aplicado a la ciudad. Será por eso que el mapa turístico de la ciudad, que se reparte en las oficinas al viajante, curiosamente no registra la existencia del «alto”, como si este sector no formara parte de la ciudad. Podemos dar varios ejemplos más, pero el del basural es muy significativo: mientras los turistas disfrutan de sus vacaciones al aire libre, en el vertedero, situado a 8 km del centro de la ciudad sobre la ruta nacional 40 camino a El Bolsón, numerosos padres con sus hijos recogen las sobras. Obviamente, eso tampoco debe verse. (1)

Como no deben verse, es lógico que se los hostilice y expulse sutilmente de las áreas turísticas. En general, los habitantes del «alto” no salen mucho de la zona en la que viven, no conocen demasiado el centro y sus alrededores, no participan de otras actividades deportivas, artísticas o culturales (fuera de las que les brinda la escuela) y, en su mayoría, no han ido al Cerro Catedral y otros centros turísticos. Coherente con este patrón es la distribución geográfica de las escuelas, centros de atención médica y lugares de abastecimiento: todos ellos se aglutinan en el centro. Quizás al lector le resulte extraño, pero en el «alto”, y a pesar de la cantidad de barrios que agrupa, hay pocas escuelas, rotundamente insuficientes para la cantidad de población que allí habita. Tampoco hay supermercados, librerías, hospitales, oficinas públicas, etc.

Resultaría absurdo, asimismo, adjudicar al «alto” características homogéneas, ya que en realidad existen importantes diferencias en cuanto al origen de su población, de sus rasgos culturales, de su poder adquisitivo o de su situación habitacional (la mayor problemática por la que atraviesa hoy día la ciudad). (2) La multiplicidad de barrios del «alto” habla de su heterogeneidad: Arrayanes, Cooperativa 258, Seis Manzanas, Frutillar, 400 viviendas, San Ceferino, Nuestras Malvinas, Nahuel Hue. Sin embargo, hablamos siempre de asentamientos con viviendas inestables, hechas con madera, cartones y chapas, y cuyos rasgos característicos son el amontonamiento y la precariedad. Se trata, sin dudas, de barrios obreros.

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Según un censo implementado por la municipalidad, en el barrio Nahuel Hue habitan 3.600 personas. Más del 70% son ocupantes, mientras que el 16% son propietarios. El 86% de los residentes más recientes (1 a 3 años de antigüedad) se declararon como ocupantes. Servicios básicos: sin agua un 27,3%; sin cloacas el 98,7%; sin gas el 80,8%; sin electricidad el 29,1%; sin teléfono el 81,4%; sin alumbrado público el 73,9%. El 71,8% son casillas precarias y un 42% obtiene agua fuera de la vivienda o fuera del terreno. Sólo el 32% de los jefes de hogar tiene los estudios primarios completos y sólo un 12% culminó la secundaria. El 80 por ciento de los jefes de hogar hombres son obreros o empleados, pero más de la mitad está en negro. Casi el 70% de los jefes de hogar del área de estudio no cuenta con ningún tipo de cobertura de salud, repercutiendo sobre todo el grupo familiar. El ingreso promedio total de los hogares residentes en el área de estudio es de 1.050,77, y cerca del 30 por ciento se las rebusca con menos de 800 pesos. Para colmo, uno de cada cinco jefes de hogar, manifestaron haber sido -ellos o algún miembro del hogar- víctimas de algún incidente delictivo durante el último año. (3)

El fin de un mito

Según un relevamiento realizado en abril del 2008, la brecha entre ricos y pobres es cada vez más alta en Bariloche que en el resto del país. De acuerdo a este informe, los ingresos por año del 10% más rico de la población local superaban 32,1 veces a los recursos anuales del 10% más pobre (198.380 pesos promedio vs. 6.180 pesos promedio), siendo esta relación superior al promedio medido para el país (31,1). De acuerdo a sus ingresos mensuales, el 20,10% de los habitantes de la ciudad se encontraba entre la línea de pobreza (demarcada en 2.188,62 pesos) y la de indigencia (1.017,96 pesos), mientras que 11,10% no llegaba a ésta última. Los sectores que resultaron más perjudicados son la escuela estatal y la salud pública, así como los asalariados frente a quienes cuentan con ingresos ajustables. (4) Los sectores que cuentan con los ingresos más altos son aquellos vinculados al turismo, negocios inmobiliarios, construcción, educación privada y prepagas.

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Si para muestra basta un botón, veamos la situación del hospital público Ramón Carrillo, que cubre el área de Bariloche, el Bolsón, Ingeniero Jacobacci y localidades cercanas de Chubut y Neuquén. El hospital sobrelleva la falta de recursos por la falta de fondos provinciales, lo que originó un endeudamiento con los proveedores y como consecuencia un desabastecimiento de insumos y materiales. Los profesionales y trabajadores aseguran que el recorte presupuestario se redujo un 65% y piden que el gobierno se haga cargo de indicar qué prestaciones se dejarán de dar. (5) Por otro lado, las escuelas públicas atraviesan una situación similar a la de los hospitales. El inicio del ciclo lectivo 2009, se vio interrumpido por reclamos de mejoras salariales. Es importante señalar que el salario básico docente es el más bajo del país (440 pesos) y que a pesar de los reclamos las mejoras no llegaron y los sueldos se siguen pagando con retraso. (6)

Los obreros del «alto” no son sólo víctimas de la explotación, sino que además son expropiados de su cultura, historia, valores y prácticas. No debemos olvidar que Bariloche cuenta con una gran cantidad de habitantes provenientes de países vecinos, descendientes de los pueblos originarios y migrantes de vastas regiones de nuestro país, en su mayoría provenientes del conurbano bonaerense. Este proceso de expropiación cultural llega, en muchos casos, hasta la ironía cruel, como en la Colonia Suiza, uno de los centros turísticos más importantes de Bariloche, cuya atracción principal es el curanto, una comida tradicional tehuelche…

Los sectores estatales, sobre todo docentes y trabajadores de la salud, se convierten en los elementos más dinámicos de la clase obrera. Resulta insólito que los sectores mayoritarios de la clase obrera barilochense permanezcan ausentes de las luchas que se libran en la ciudad. Este hecho se debe, probablemente, a la heterogeneidad de origen, que parece ser un buen argumento para conflictos vinculados a la discriminación, la xenofobia y la ausencia de vínculos de vecindad estables. Como consecuencia prevalecen, en estos sectores, las acciones individuales por sobre las colectivas.

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Bariloche no es Suiza

Desde hace décadas, las estructuras de poder construyen una imagen fraudulenta de Bariloche, consolidando el discurso de la «Suiza Argentina” para seducir y fascinar al turista, ocultando los altos índices de explotación y miseria de la ciudad. Los sectores que se han dado en llamar el «centro” y los «kilómetros”, dada su situación privilegiada, expanden una visión de la ciudad, que cubre como una hiedra la miseria, la violencia y la explotación a la que son sometidos los obreros, en particular los pobladores del «alto”. Aunque todavía no se ve, el «alto” se hará ver, tarde o temprano, cuando las contradicciones del Bariloche capitalista obliguen a las masas a rediseñar el mapa.

Notas

1 Bariloche 2000, 01/09/09

2 Bariloche 2000, 07/09/09

3 «Extrema pobreza en una toma con 3.600 habitantes en Bariloche”, En Actualidad, 24/09/2009.

4 «La brecha entre ricos y pobres es más alta en Bariloche que en el resto del país”, Bariloche 2000, 24/09/08.

5 «El hospital de Bariloche recibe solo el 35% de lo que necesita para funcionar”, en El Andino, 18/11/09.

6 Red Eco Alternativo, 19/03/09 y UNTER, 3/11/09.


Bariloche: Cambiar de caras y de moneda

Tras el asesinato de un menor en manos de la policía el jueves pasado, la reacción popular y la nueva represión que trajo dos nuevas muertes, vuelve a hablarse de la extrema desigualdad de Bariloche, y hay quienes buscan -o permiten- limitar el debate a las condenas o apoyo a las fuerzas policiales.

El juez a cargo de la causa, Martín Losada, explicó que el homicidio de Diego Bonefoi motivó «otros acontecimientos” relacionados con «reclamos sociales históricos”. Es importante esta declaración, sobre todo viniendo de un juez. Es importante que lo escuchen quienes hablan de «no responder a la violencia con más violencia”, y quizá así entiendan
que cada asesinato, cada nuevo caso de gatillo fácil o violencia
policial que sufren los sectores más postergados, es una nueva gota en
un vaso que hace años ya ha rebalsado, o -si gustan de otra metáfora-
un típico caso de intento de apagar el fuego con nafta.

Pero el
que tira la nafta es el sistema, no la gente al apedrear una comisaría:
lo aclaran los propios policías, cuando relatan que matan
«delincuentes”
por pedido de «la sociedad”.

Dividir el
conflicto entre pobres y «fuerzas del orden” es simplificar la realidad
de manera interesada. Hace unos pocos años, un policía de Bariloche me
contaba cansadamente de su vida cotidiana. Eran las 3 de la mañana,
estábamos en una de las discos más grandes de la ciudad. Hacía pocas
horas había empezado su turno -un «adicional”- que terminaría a las 8,
y con las luces del amanecer se iría a cumplir su turno «oficial”,
otras ocho horas, pero esta vez con uniforme. El boliche estaba repleto
de menores, casi no había mayores. El alcohol se vendía -como ahora- a
precios muy caros que los todavía estudiantes pagan sin chistar. La
tarea del cabo y sus compañeros es -por ejemplo- sacar afuera a los
que, demasiado borrachos, ya molestan. Es ilegal vender alcohol a
menores, pero no es la única actividad ilegal que el cabo apaña
con resignación.

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El dueño
de ése y otros locales bailables, que ha admitido por radio que vende
alcohol a menores, mantiene excelentes relaciones con la empobrecida
policía local, ya que paga miles de pesos mensuales (varios boliches,
varios policías por turno, muchos días al mes, multipliquemos) con
certera regularidad. Empresarios como él son los primeros en levantar
un teléfono para pedir que, ante alguna «crisis”, vengan los gendarmes
para que la ciudad recupere la «paz social”.

Preguntar
el apellido al cabo es triste
, es escuchar otra palabra de raíz
mapuche, es confirmar cómo es uno más del mismo barrio donde otro de su
comisaría mató a Diego
en la madrugada del jueves.

La policía
viene matando pibes pobres desde siempre
, pero los casos de gatillo
fácil aumentaron fuerte en los 90′, y desde entonces se mantienen,
persistentes.

La
desigualdad extrema de Bariloche es, lógicamente, conflictiva. La
preservación de cierta tranquilidad de los sectores más acomodados y el
tranquilo paseo de los ricos por las áreas turísticas implica
«guetizar” las zonas pobres, marcar fronteras, como la calle Brown, que
corre paralela al lago. Más debajo de esa calle, prohibido pasar,
molestar, ensuciar.

En
noviembre 2005, Bariloche fue la primer ciudad del país donde se
realizaron operativos conjuntos con la presencia de gendarmería,
prefectura y los grupos especiales de la policía provincial, para
«preservar el orden”
. Los oscuros grupos de efectivos portando armas
largas en actitud de ocupación apuntados en cruces de caminos llegaron
para quedarse y se sumaron al bello paisaje, para sorprender a más de
un turista que pregunta qué pasa. Así ocurre porque así lo quieren los
que detentan el poder real de
la ciudad y porque una mayoría silenciosa
lo permite. Porque no hay dos Bariloche, hay uno sólo. Uno es posible
gracias al otro, el otro es resultado del uno. En aquellos barrios
desvencijados viven las mucamas y los ayudantes de cocina que disfrutan
migajitas de lujo en los grandes hoteles costeros. Las cámaras de
seguridad de la famosa chocolatería Mamushka, para disminuir dulces
faltantes, apuntan a… los empleados.

Ante las
tres muertes recientes, el intendente atinará a reunirse con los
empresarios con cara de preocupado, o se quejará de que el gobernador
«ni siquiera levantó el teléfono para preguntar qué pasaba”. O dará
vergüenza con su casi mínima presencia en el pico de la crisis, o
culpando a organizaciones sociales por los piedrazas que buscan cascos
negros. Pero nada dirá -no lo esperemos- de la inutilidad de su
gobierno para pensar alternativas que saquen a la ciudad
del círculo
vicioso del turismo exclusivo.

Turismo
exclusivo que excluye, que no cesa de pasear obscenamente ricos
atendidos por pobres, que miente sobre su sostenibilidad mientras
contamina el lago y amontona desechos en su parte trasera. Y la ciudad,
enceguecida, sigue adelante sin intentar proveerse energía de otra
manera, ni proveerse alimentos y servicios de otra manera, ni empleos o
impuestos efectivamente distributivos, y no será al gobierno o a la
clase dirigente a quienes se les caerá una idea para desconcentrar el
negociado turístico.

Así que…
sí, es difícil. Además de organizarnos para resistir la represión,
solidarizarnos, conectarnos, cuidarnos, informarnos e informar, tenemos
que pensar alternativas y presionar, debatir y trabajar para poner esas
alternativas en marcha. Es difícil, pero es mejor que callarse o
sumarse al coro de quienes piden «seguridad”
y «tranquilidad”, en una
actitud que fortalece el estado actual de la situación.

Juan Nicastro


La saña policial

21 Junio 2010

Relato de torturas en manos de policías de Río Negro. Debemos hacer reserva de la identidad del joven quien nos ha confiado este relato desgarrador acerca de su permanencia demorado y las torturas recibidas por el «Bora”, oficiales de la policía segunda y de la comisaría n°27 de Melipal.

Escrito por Patricia Huenchuleo.

Durante más de tres horas debió declarar ante el fiscal Lista, quien como todos nosotros, no podía dejar de sorprenderse de lo que estaba escuchando.

El día Viernes por la tarde, aproximadamente a las 16 horas, él se encontraba realizando compras en un supermercado de la calle Gallardo, para luego dirigirse al Shopping de Gallardo y Onelli.

Dentro del centro comercial es sorprendido, en el baño, por un grupo de policías que cierra las puertas, le apunta con una pistola en la cabeza y le ordena tirarse al piso. En ningún momento opuso resistencia.
De manera recurrente pregunta al efectivo qué ocurría. Preguntó si quería su documento, el policía respondió pateándole el hombro. Hoy sabemos que esa patada le produjo una fractura en la zona del codo, por esto en la próxima semana tendrá que ser sometido una intervención quirúrgica y muy posiblemente a la colocación de un clavo.

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Cuando fue sacado del baño vio a otro joven que también estaba siendo golpeado, le decían: «¿qué haces con este?”. El efectivo lo pateó y pisó tantas veces que lo estaba dejando sin aire, entonces el joven empezó a gritar, le decían «no hagas quilombo», lo subieron a un móvil policial. Pidió que no lo esposen porque le dolía el brazo, pero nadie lo escuchó.

Los golpes continuaron dentro del móvil, luego en la comisaría donde varias veces fue puesto contra la pared, revisado y golpeado.

Suplicó atención a los gritos, hasta que agarrándolo de los pelos empiezan a llevárselo. En ese momento se cruza con el juez, que le dice que «pronto lo va a ver». Los policías le dicen «no seas maricón, ya te vamos a llevar médico».

Ya en el hospital le sacan la campera, lo revisan y corroboran la quebradura, e indican a la policía la necesidad de una posible operación, sin oír esta indicación médica lo llevan nuevamente a la comisaría, sin ser atendido por la herida. En el móvil continúan los golpes, luego le sacan la campera y las zapatillas. El joven empieza a temblar de frío. Ellos se reían porque temblaba.

Le decían «¿te gusta tirar piedritas?»

Los policías, mientras lo torturaban miraban Canal 6 que hablaba de los desbordes y la delincuencia en Bariloche, por lo que calcula que ya serían las nueve de la noche, y comentaban «con este se nos pasó la mano, porque no te lo llevas y le pegas un tiro, decimos que fue un enfrentamiento» .

Luego abren la celda y le dicen «salí, ya está»; él no entendía. Nos repite una y otra vez durante todo el relato, «yo no agredí a nadie, ni me resistí en la detención, ahora tengo mucho miedo por mi y por mi familia».

Luego de salir de la celda es nuevamente revisado y golpeado. Lo arrastran de los pelos.»Vos le faltas el respeto a la policía», lo increpan.

Es trasladado a Melipal, pero antes y viendo la presencia de organizaciones sociales en la comisaría, le dicen «cállate, no hables». Lo aprietan entre dos policías en el móvil y es trasladado. Le dicen «firma este papel», y él pide leerlo. Es golpeado. Le dicen «qué vas a leer, firma gil», y firma algo que no pudo leer.

De nuevo es dejado en el hospital. Allí es enyesado, le llaman a un taxi y se va solo, con miedo, frío, dolor y golpeado. Recién el día sábado pudo ir a retirar sus pertenencias. Reclamó el faltante de su dinero, y le dijeron que como estaba lastimado lo debe haber perdido, y se reían.



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