Despidos en Rappi: «ni nuestros propios jefes, ni sus trabajadores»
Ayer se conoció la noticia de que el pasado viernes la empresa Rappi despidió a tres trabajadores por estar organizados y ser parte de la Comisión Directiva de la Asociación de Personal de Plataformas (APP). Tras salir de una reunión con personal administrativo de la empresa de la aplicación de delivery, en la que reclamaron reconocimiento de la relación laboral, un ingreso fijo y la cobertura de riesgos de trabajo por accidentes (en definitiva, el correspondiente cumplimiento de la ley), al abrir la app que utilizan diariamente para recibir los pedidos se encontraron con que, deliberadamente y sin previo aviso, habían sido «bloqueados». Por Matias Cervilla para ANRed
El bloqueo
«Te bloquean y ya no podés trabajar más. No te notifican. Simplemente te dicen que estás inhabilitado y que recurras al sector de comunicaciones, que nadie sabe quién es. Uno va a la oficina y ahí simplemente te dicen que estás bloqueado y no podés trabajar más», relata a ANRed Roger Rojas, abogado nacido en Caracas, Venezuela, que hace 5 meses comenzó a trabajar en Rappi Argentina. Desde hace poco más de un mes, Rojas es también el Secretario General del recientemente fundado APP, gremio formado al calor del conflicto entre las y los trabajadores y la empresa Rappi, para defender al creciente precariado ante empresas multinacionales de delivery a través de plataformas.
¿Por qué el despido toma la forma evanescente de un bloqueo? Porque desde la empresa Rappi no los consideran trabajadores.
Ni nuestros propios jefes, ni sus trabajadores
«¿Querés ser tu propio jefe?. En Rappi manejas tu tiempo y sacas provecho de él, podés conectarte a la hora que quieras y sin dejar de compartir con tu familia y amigos», reza la web de la empresa. Es que según Rappi los más de 12 mil repartidores que le dan sentido a la app y ganancias a la empresa no son trabajadores, sino «rappitenderos», microemprendedores que disponen de su tiempo libre. Este alegre eufemismo encubre jornadas extenuantes sin francos ni vacaciones pagas, largos trayectos de bici o moto expuestos a accidentes sin ART, seguro médico ni, por supuesto, contrato. Como por arte de magia, Rappi pasa por sobre los convenios laborales, evade impuestos y toda responsabilidad como empleador ante los trabajadores a los que asigna los pedidos que le dan razón de ser.
Al respecto, Juan Manuel Ottaviano, abogado de APP, sostiene que «la pregunta a hacerle a estas plataformas que hacen la intensificación del trabajo, la acumulación de ganancias extraordinarias y reproducen desigualdades con las herramientas tecnológicas, en especial Rappi, es si pueden cumplir la ley».
«Ellos entraron con la figura de ´ser tu propio jefe´. El problema es que no lo somos», cuenta Rojas. «Que se decidan, si vamos a ser nuestros propios jefes tenemos que sentarnos a crear las condiciones, si no lo vamos a ser, que asuman las cargas sociales que vienen de toda relación laboral», continúa el dirigente sindical.
Cansados de la precarización, los trabajadores de Rappi se organizaron en asambleas que dieron lugar al primer paro a escala mundial de trabajadores de una app. «Cuando estamos trabajando no somos nuestros propios jefes, esta gente nos obliga a trabajar, nos sanciona, nos bloquea cuando reclamamos, nos obliga a hacer los pedidos con el costo más bajo. Cuando les reclamas porque te asignan un pedido sin tu consentimiento, te bloquean dos días. Cuando los clientes ponen nuestras propinas a través de la aplicación y nos las pagan después de 21 días, las propinas se van a Colombia. ¿Porque nuestras propinas se van a Colombia? Hay tantas irregularidades», afirma el trabajador despedido.
Vigilar y castigar
A través de la aplicación que utilizan para recibir los pedidos en sus teléfonos, los trabajadores de delivery de Rappi son monitoreados satelitalmente por GPS. De esta manera, la empresa lleva un control milimétrico de dónde se encuentra cada uno de sus trabajadores, identificado con un número de ID. Rojas cuenta que son supervisados «las 24 horas, a tal punto que a veces estás en tu casa descansando, con la aplicación apagada, y te llaman desde Colombia para decirte que busques un pedido en un restaurant cerca».
Esta dinámica de la supervisión permanente cobra especial relevancia en el contexto de la organización de los trabajadores, ya que es a través de la ubicación satelital que la empresa identifica dónde, cuándo y quiénes se reúnen, dónde, cuándo y quiénes protestan. «Nos identifican y Nos filtran. Eso implica que les van a dejar solo un pedido por día. Después, directamente cuando ven que a pesar de todo te mantenes luchando y sobrevivís agarrando uno o dos pedidos diarios te bloquean definitivamente para que desaparezcas. No hay derecho a la defensa. Y así te destruyen y tenés que buscarte otro trabajo», relata Rojas.
Desde APP comunicaron que ya iniciaron gestiones para solicitar la reincorporación de los trabajadores sindicalizados despedidos.
Alta rotación
Rappi cuenta con más de 12 mil trabajadores de delivery en sus sedes de Buenos Aires, La Plata, Rosario y Córdoba. Para motivar a los recién ingresados, la empresa les otorga prioridad en la asignación de pedidos. Los nueve pedidos cada cuatro horas que reciben los alrededor de 150 nuevos trabajadores que ingresan cada día a la empresa contrastan con apenas uno en diez horas que reciben quienes superan el mes de antigüedad. Así se promueve la rotación de trabajadores que cansados de pedalear todo el día y no recibir pedidos, buscan otro destino laboral que les permita llegar a fin de mes, lo cual socava las posibilidades de organizarse para mejorar las condiciones. «Mientras tanto les damos todo el dinero porque los recursos los ponemos nosotros, las motos, las bicis, los celulares, los costos de amortización», dice Rojas.
De skynets y resistencias
«Te bloquean, te ponen filtros por los propios algoritmos, tenés que irte vos mismo porque ya no producís dinero.»
La paradoja de una app que parece diseñada para quebrantar cualquier tipo de organización es que dio lugar al primer paro de trabajadores de plataformas del mundo y a su consecutiva organización sindical bajo la Asociación de Personal de Plataformas. «Van a usar toda la violencia contra la organización de los repartidores, pero nosotros no vamos a irnos callados a nuestra casa. No tenemos nada que perder. Quieren cortar rápidamente la primera organización de plataformas, pero nosotros contamos con la solidaridad de muchos, aquí y en todas partes», concluye Rojas.