10/11/2018

La Europa fortaleza ya ha levantado el equivalente a seis muros de Berlín

Un grupo de refugiados son gaseados por la policía húngara en Horgos, Serbia. Foto: Olmo Calvo

En tres décadas los países de la UE y la zona Schengen han erigido 1.000 kilómetros de vallas. El aumento de la paranoia de la securitización ha levantado además “muros virtuales” en forma de programas de control y vigilancia de circulación de personas y “muros mentales” cristalizados en el auge de una extrema derecha racista. Por El Salto.


El 9 de noviembre de 1989 caía uno de los muros más emblemáticos del mundo: el que separaba el Berlín de la República Democrática Alemana del de la República Federal Alemana, el mayor símbolo de la división del mundo entre los ejes capitaneados por EE UU y la URSS. Casi tres décadas después del fin de la amenaza de la guerra fría, Europa ha levantado cerca de 1.000 kilómetros de muros, seis veces el tamaño del de Berlín, contra una supuesta amenaza que no porta AK-47 y no tiene ni cazas MIG, ni armas nucleares.

El informe Levantando Muros. Políticas del miedo y la securitización en la Unión Europea, publicado este viernes por el Centre Delàs d’Estudis per la Pau, el Transnational Institute y la campaña holandesa por el control de armas Stop Wapenhandel, señala que, de la existencia de dos muros en suelo europeo en la década de los 90, se ha pasado a 15 en el año 2017.

Diez de los 28 Estados miembro de la UE, entre ellos España, ha erigido muros en sus fronteras debido a razones migratorias. En el continente habría que añadir a Noruega, perteneciente al Espacio Schengen, que ha levantó en 2016 196 kilómetros de valla en su frontera con Rusia para intentar frenar la llamada ruta migratoria del Ártico.

“Europa está abordando los flujos migratorios mediante la construcción de muros, el cierre de fronteras, el aumento de la vigilancia, la securitización y la suspensión de la libre circulación”, señalan desde el Centre Delàs. Unas medidas que, apuntan, “están reforzando la Europa fortaleza”. Sin embargo, como señala Nick Buxton, investigador del Transnational Institute, “la propia historia de Europa demuestra que la construcción de muros para la resolución de problemáticas políticas y sociales implican costes en las libertades y los derechos humanos”.

En concreto, además del muro noruego, existirían cuatro zonas donde se han erigido barreras: el Báltico, donde Estonia, Letonia y Lituania han construido muros en sus fronteras con Rusia; la llamada Ruta de los Balcanes, con vallas construidas por Austria, Eslovenia, Hungría, Macedonia, Bulgaria y Grecia; los enclaves españoles en el norte de África, y el “muro interior” levantado en Calais (Francia), puerta de entrada al Reino Unido.

Barreras invisibles

Los muros, no obstante, no son solo físicos y terrestres. El informe analiza las ocho grandes operaciones marítimas llevadas a cabo por la UE, siete de las cuales son a cargo de la Agencia Europea de la Guardia de Fronteras y Costas (Frontex). Ahinoa Ruiz, investigadora del Centre Delàs, señala que “ninguna de las principales operaciones europeas en el Mediterráneo ha tenido como mandato principal el rescate de personas”, sino que “todas siguen el objetivo de erradicar la criminalidad en las zonas fronterizas y frenar la llegada de personas desplazadas”.

La experta indica que solo una de estas operaciones llegó a incluir organizaciones humanitarias en su flota: Mare Nostrum, llevada a cabo por Italia. Con solo un año de duración, entre 2013 y 2014, fue reemplazada por la operación Tritón, de Frontex, con un menor presupuesto. Los fondos destinados a esta agencia no han dejado de crecer desde 2012 y hoy se sitúan en 1.700 millones de euros, aunque ya ha una propuesta de la Comisión Europea para aumentarlos a 10.000 millones.

Las tres organizaciones también alertan del aumento de los “muros virtuales”, es decir, programas de control y vigilancia de circulación de personas, así como de recogida y análisis de datos biométricos tales como huellas dactilares o escáner de ojos. “Estas medidas ha aumentado la sociedad de control y la vigilancia a la vez que han securitizado el movimiento de las personas, que se concibe como una amenaza”, apunta Ruiz.

Líneas de miedo

La narrativa del miedo, con mensajes xenófobos y racistas, construyen otro tipo de barreras. Son lo que el informe califica de “muros mentales, promovidos por parte de partidos de extrema derecha en auge en Europa, y la identificación de las personas migrantes y refugiadas como una amenaza para las sociedades europeas”, algo que para las tres organizaciones “está justificando la construcción de muros físicos y virtuales” y “refuerza el imaginario colectivo del ‘interior’ seguro y el ‘exterior’ inseguro.

En diez de los 28 Estado de la UE —Alemania, Austria, Dinamarca, Finlandia, Francia, Holanda, Hungría, Italia, Polonia y Suecia— existen partidos xenófobos con una presencia importante. Todos ellos han aumentado su representación parlamentaria desde 2010, a excepción del caso finlandés, al pasar la formación Verdaderos Finlandeses del 19 al 17,6% en el Congreso en las elecciones de 2015. “En Europa se han ido construyendo estructuras y discursos de la violencia que nos alejan de las políticas de defensa de derechos humanos, de la convivencia, de la igualdad y de relaciones más equitativas entre territorios”, apunta Pere Brunet, del Centre Delàs y también coautor del informe.

Fuente: El Salto




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