06/11/2018

El crimen sí paga

El Foro de Periodismo Argentino (FOPEA) dilapidó el mínimo prestigio del que gozaba, al premiar al operador del Ministerio de Seguridad de la Nación en el diario Clarín, Claudio Andrade. La entidad le otorgó un galardón por la cobertura del caso de Santiago Maldonado, durante la cual Andrade aseguró que el joven desaparecido había pasado a la clandestinidad, o estaba en El Bolsón dos meses después de la represión de Gendarmería. Por En Estos Días.


Para cerrar el círculo de la obscenidad con la que la tríada Poder Judicial – Ministerio de Seguridad – Diario Clarín manejaron el caso de la desaparición seguida de muerte de Santiago Maldonado, llegó el momento de los premios. Es decir, de intentar elevar la consideración social sobre alguno de los protagonistas de ese montaje de encubrimiento.

El viernes pasado, el cada día más decadente Foro de Periodismo Argentino (FOPEA) premió a Claudio Andrade con el galardón “Periodismo de Profundidad 2018” por su servicios durante el caso Santiago Maldonado para el diario Clarín.

Fue Andrade quien -sistemáticamente citando “fuentes confiables”- instaló en la agenda que a Santiago lo había matado de un cuchillazo un puestero al que había atacado; que había realizado el “sacrificio” de pasar a la clandestinidad para beneficiar la causa mapuche; que había sido visto, dos meses después de desaparecer, en El Bolsón, durante una fiesta; que estaba en San Luis; o en el litoral. Y peor, Andrade fue quien, con el libreto del ministerio de Seguridad que conduce Patricia Bullrich, ayudo a sedimentar sobre el medio pelo argentino la idea de que en el sur los mapuches formaron una suerte de guerrilla secesionista, comparable a las FARC, la ETA o los kurdos.

La lista de los lugares en los que Andrade dijo que Maldonado estaba o de la suerte que había corrido, es interminable. Como si esas notas no hubiesen existido ni formaran parte de la “cobertura” realizada por Clarín sobre el tema, FOPEA premió ese trabajo.

A través de las redes sociales, Andrade busca legitimar su servicio contraponiendo las categorías de periodistas profesionales y militantes, enrolándose, claro, en el primero de los grupos. Como si su militancia a favor del encubrimiento del caso y del Gobierno, fuese el resultado de un metódico sistema de construcción de la noticia, y no un copie y pegue de los escritos interesados del Ministerio de Seguridad.

La extorsión emocional de Andrade a través de las redes incluye contarse como un tipo humilde, laburador, que se hizo de abajo -y es cierto, si no fuera por la renta del hotel familiar de Chile-, que la pasó mal, y que, sin embargo, vio la luz y sabe cómo comportarse ante los dueños del poder: escriba sumiso de los intereses de otras clases, que sin embargo, es cierto, vive modestamente.

Hay un hecho interesante para analizar en este punto. Si, tal como afirma Andrade, Santiago Maldonado se ahogó prácticamente sin intervención de terceros; si su cuerpo estuvo, como dice, desde el 1 de agosto de 2017 en el mismo lugar donde fue hallado el 17 de octubre; si el Estado -a través de las fuerzas de seguridad- sólo cumplió con su deber de despejar la ruta y nada tuvo que ver en el desenlace del caso; si todo eso se probase, Andrade encontraría en este periodista y este medio un lugar para el reflejo de esa “verdad”. Pero ni del manipulado -por Cané del ministerio de Seguridad de Bullrich- expediente ni de la autopsia y los famosos 55 peritos -que no eran 55- se desprende esa “realidad”. La causa está plagada de puntos oscuros, de ausencias y presencias inexplicables, de testimonios uniformados contradictorios, de manipulación oficial, de un juez que tuvo que, por parcial, dejar el expediente, y también, sí -y en esto Andrade se ensaña-, de contradicciones dentro de la comunidad mapuche.

Aquellos colegas que contaron/contamos otra historia en torno al caso, también tienen/tenemos fuentes, también accedieron/accedimos al expediente, también dedicaron/dedicamos meses enteros a trabajar el tema. La antítesis periodista profesional versus militante no opera en la forma que Andrade/Clarín/Gobierno pretenden.

El círculo del encubrimiento quiere cerrarse con premios, palmadas del poder en la espalda de su mejor escriba. Quieren, con galardones y actos en hoteles de lujo, dar por terminado el tema. Caso cerrado, dicen. Pero como en las viejas novelas policiales, siempre dejan un rastro. Un rastro de sangre.



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