14/09/2018

«La violencia escrita en el cuerpo de las mujeres de Moreno»

Corina De Bonis, del Centro Educativo Complementario 801, fue abordada en horas de la tarde del miércoles 12 de septiembre por desconocidos que la obligaron a subir a un auto, la golpearon, para luego amenazarla de muerte y escribirle en la panza “No a las ollas” antes de liberarla. Cuando la violencia se transforma en un sistema de comunicación, una lengua capaz de funcionar eficazmente para los entendidos. Violencia expresiva escrita en el cuerpo de las mujeres. Por Leticia Corral para ANRed


El mensaje mafioso escrito en el cuerpo de Corina del Bonis transforma visible lo invisible. Emerge en la piel de la docente, un mensaje en código mafioso que entendemos perfectamente.

Por definición el poder no se puede observar, y nos deja a todos en una absoluta angustia no saber quien es el responsable de semejante amenaza. Miro la foto de su piel lastimada y automáticamente se me viene a la mente la premisa escrita en el libro de Federico Campbell, titulado «Memoria de Sciacia» que decía: «Nunca se sabrá ninguna verdad respecto a hechos delictivos que tengan relación, incluso mínimamente, con la gestión del poder».

Nunca sabremos quien le hizo daño a Corina, pero tenemos el mensaje, que como todo mensaje mafioso hay que descifrar, para poder hacer intelegible lo inintelegible.

Cuarenta días antes, en el mes de agosto, una explosión por una fuga de gas en la escuela n°49 terminó con la vida de Sandra Calamano y Rubén Rodriguez, vicedirectora y auxiliar de la institución, en el mismo municipio de Moreno. La desidia estatal en cuanto a las condiciones edilicias de las escuelas bonaerenses, sumado al conflicto salarial, agudizó la relación entre los docentes y el gobierno provincial.

En éste contexto conflictivo, irrumpe el mensaje mafioso inscripto en el cuerpo de Corina, mensaje que arroja  luz sobre la exitencia de la creciente mafialización del estado, que obra allí en la oscuridad de sus instituciones.

«Si el acto violento es entendido como mensaje y los crímenes se perciben orquestados en claro estilo responsal, nos encontramos con una escena donde los actos de violencia se comportan como una lengua capaz de funcionar eficazmente para los entendidos, los avisados, los que la hablan, aún cuando no participen directamente en la acción enunciativa. Es por eso que, cuando un sistema de comunicación con un alfabeto violento se instala, es muy difícil desinstalarlo, eliminarlo. La violencia constituída y cristalizada en forma de sistema de comunicación se tranforma en una lenguaje estable y pasa a comportarse con el cuasi-automatismo de cualquier idioma» escribió Rita Segato en su libro La escritura en el cuerpo de las mujeres asesinadas en Ciudad Juarez.

Esta no es la primera vez que un mensaje mafioso se escribe en la piel de una mujer, recuerdo una acción similiar sufrida por una testigo en el caso de la desaparición de Maria Chash. Hemos aprendido a automatizar un lenguaje violento, que expone relaciones determinadas y comprensibles entre los cuerpos, entre las personas, entre las fuerzas sociales en un territorio.

Este tipo de violencia ha sido definido por Segato como violencia expresiva, que a diferencia de la violencia instrumental necesaria en la búsqueda de un cierto fin, produce reglas implícitas a través de las cuales circulan consignas de poder no legales, no evidentes, pero si efectivas.

En esta violencia expresiva que busca transmitir un mensaje de impunidad y de poder de dominio sobre cuerpos y territorios, «las mujeres funcionan como lienzo, como bastidor y como territorio para establecer los términos de la contienda.” analiza Segato.

¿Qué mensaje se transmite en estos delitos que acontecen frente a los ojos de todos?

Se trata de una “pedagogía de la crueldad” afirma Segato, la cual es indisociable de una intensificación de la “violencia mediática” contra las mujeres, quienes somos los cuerpos sacrificables en estas nuevas forma de la guerra, en una sociedad que refuerza sus estructuras patriarcales, que necesita cristalizar las jerarquías. Prueba de ello fue el escandalozo rechazo al proyecto IVE que impide a las mujeres acceder a un derecho tan básico como decidir sobre sus cuerpos.

Deberemos hacer esfuerzos mayores para comprender, que estructuras profundas emergen en estos mensajes que disciplinan los cuerpos sociales por medio del miedo, y nos vuelven cada vez menos empáticos e individualistas. Porque en el cuerpo de Corina lastiman a todas las mujeres, y nos exponen a una gran interperie de vulnerabilidad que parece no tener fin.

 

 

 



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